En una entrevista con un medio virtual acusó al presidente Alberto Fernández de haber «minimizado» el atentado que sufrió la vicepresidenta en setiembre, y lo calificó de «ingrato y poco inteligente».
El ministro bonaerense Andrés Larroque, una de las figuras principales de La Cámpora y virtual vocero de Cristina Kirchner, redobló la apuesta en la interna del Frente de Todos. En una entrevista con un medio virtual acusó al presidente Alberto Fernández de haber «minimizado» el atentado que sufrió la vicepresidenta en setiembre, y lo calificó de «ingrato y poco inteligente» por no haber aprovechado la oportunidad que ella le otorgó al proponerlo como cabeza de fórmula.
Pareció el desarrollo de la acusación del ministro del Interior, Eduardo de Pedro, quien dijo que «Fernández no tiene códigos». El enojo del ministro, que sigue en su cargo, obedece a que el Presidente no lo invitó a una reunión con Lula. Una frustración similar a la que sufrió en Ezeiza, cuando Lionel Messi no quiso fotografiarse con él.
El objetivo central de esta andanada consiste en forzar a Fernández para que deje de lado sus aspiraciones reeleccionistas; es la condición para no «condenar la unidad» del Frente de Todos. Aunque Larroque considera que la amenaza a la unidad la representan «los equívocos del presidente». La frase es una advertencia de que la evidente fractura de la coalición puede llevarlos a la derrota, incluso en la provincia de Buenos Aires.
La «ingratitud» de Fernández hacia Cristina consistiría, básicamente, en no haberla ayudado a fortalecer la posición de esta ante la Justicia, que la condenó a seis años por un hecho de corrupción. En sintonía con la vice, esa condena la «proscribe» ya que la inhabilita para ejercer cargos en la función pública. No obstante, hasta ahora, es ella la que se autoproscribió, ya que faltan muchos pasos y mucho tiempo para que la sentencia quede firme.
La referencia al atentado frustrado llevado a cabo por la «banda de los copitos» parece apuntar al corazón de la imagen de Fernández. Justamente, hace unos días, en la Celac, el Presidente mencionó el caso como una de las «amenazas a la democracia en nuestra región», poniéndolo a la altura de la intentona golpista de los seguidores de Jair Bolsonaro contra Lula y atribuyéndolo también a la «derecha neofascista».
Casualmente, ayer, el jefe de los vendedores de los copitos de azúcar atribuyó el ataque a un problema de pareja. Nicolás Carrizo declaró ante la Justicia que Fernando Sabag Montiel intentó matar a la vicepresidenta para reafirmar su masculinidad ante su novia Brenda Uliarte. «A veces pareciera que este tipo de hostigamiento y ataques finalmente pueden ser funcionales a estrategias de otros actores políticos, inclusive del propio Frente de Todos. Es muy penosa la situación», redondeó Larroque.
La fractura entre los dos miembros del binomio presidencial fue ostensible rápidamente. Era una fórmula armada con alfileres entre dos personas enemistadas. Larroque sostuvo que ellos tuvieron «absoluta buena fe» para con Fernández. Ignoró episodios como la declaración sobre «funcionarios que no funcionan», con la que comenzó el despido de todos los funcionarios leales al Presidente; o las renuncias (nunca concretadas) de todos los ministros camporistas (incluido De Pedro), apenas conocida la derrota del kirchnerismo en las PASO, en 2021. El camporista reconoció que las indefiniciones crean la sensación de que «no se va ni para un lado ni para el otro».
El actual oficialismo se encuentra con que sus únicas figuras «candidateables» son Fernández, Sergio Massa y Cristina Kirchner. El primero, por su cargo, y Cristina, por su piso de votos. A ninguno le alcanza. Y Massa ocupa un cargo que lo coloca en la línea de fuego: está haciendo el ajuste que La Cámpora cuestiona y afronta una marejada inflacionaria inédita en treinta años. Sin embargo, ningún debate gira en torno que las perspectivas de futuro para el país ni las soluciones que los dirigentes piensan posibles. Los programas están fuera de agenda.
Larroque, en sus declaraciones, invocó tres experiencias del pasado: el justicialismo, el desarrollismo de Arturo Frondizi (ambos, propios de la Guerra Fría) y el «liberalismo», que para él tiene como referente a Mauricio Macri. Anoche, por lo pronto, Massa, De Pedro, Máximo Kirchner y Axel Kicilloff se reunían para alinear la interna en el municipio de Merlo, con varias figuras del conurbano, pero sin ningún representante del Presidente.