Por primera vez los distintos partidos evangelistas provinciales se están congregando en una fuerza nacional: Una Nueva Oportunidad (UNO), ya tuvieron una reunión virtual con Patricia Bullrich.
Hace tiempo que Juntos por el Cambio comenzó a intentar captar el voto antiderechos. No por nada Mauricio Macri recibió a los representantes del ala conservadora de los evangelistas en plena campaña para remontar la derrota en la PASO 2019. Si bien cuentan con algunos diputados -también los hay dentro del PJ-, por primera vez los distintos partidos evangelistas provinciales se están congregando en una fuerza nacional: Una Nueva Oportunidad (UNO). Tras un encuentro virtual con la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, buscan formar parte del futuro armado ampliado de Juntos por el Cambio.
La participación de evangelistas en la política argentina atraviesa todo el siglo XX, de William Morris para acá. No obstante, hay una nueva oleada de sectores que buscan incidir en política (en particular, en el bloque de leyes como la del aborto) a partir de 2018. En las elecciones del año pasado, emergieron diversos exponentes de esta renovada eclosión, entre ellos la candidatura de Cynthia Hotton junto a Juan José Gómez Centurión en una lista que se oponía abiertamente al derecho de las mujeres a abortar y que obtuvo 450 mil votos en las elecciones presidenciales. En Santa Fe, sorprendió el éxito que tuvo Amalia Granata como candidata del espacio Unite por la Familia y la Vida, con el que velozmente rompió para formar un monobloque.
De ese mismo espacio forma parte el pastor evangelista Walter Ghione, que es uno de los referentes del nuevo partido nacional. «Estamos armándonos en cada provincia. Queremos constituir el espacio a lo largo del tiempo, con bases pro vida», indicó el diputado provincial. «Nos estamos juntando con referentes políticos en todo el país. UNO es un espacio a nivel nacional. No es un partido confesional. Da la casualidad de que los referentes la mayoría son todos evangélicos», afirmó.
Casualidad o no, UNO lo conforman dirigentes evangelistas de cerca de una decena de provincias. Ghione señaló, entre otros a Santa Fe, Salta, Entre Ríos, Buenos Aires, Corrientes, La Pampa, Chaco, Formosa y Mendoza. Si bien todavía están en etapa de conformación, en Juntos por el Cambio ya los ven como potenciales aliados y socios del espacio opositor a futuro.
De hecho, la primera charla que tuvieron con un referente nacional fue con la presidenta del PRO, Patricia Bullrich. La que ofició de puente para que se diera esa conversación fue la diputada Dina Revinovsky, quien ingresó por el PRO al Congreso como una diputada «pañuelo celeste». Revinovsky, no obstante, forma parte del PRO y no de UNO. Es el enlace con otros sectores que todavía no se sumaron a Juntos por el Cambio.
Además de Ghione, otros de los integrantes del espacio son la tucumana PRO Ana Valoy, el bonaerense Diego Villamayor, el pampeano Roberto Torres y Leandro Jacobi, referente de las iglesias evangélicas de Paraná, Entre Ríos. La mayoría tiene o tuvo cercanía con el PRO. Luego del encuentro con Bullrich, buscarán otros con los radicales Alfredo Cornejo y Mario Negri, y con la Coalición Cívica.
Si bien las distintas religiones evangélicas son heterogeneas y hay sectores más progresistas y más conservadores, estos últimos vienen cobrando importancia en la esfera pública. Los sectores más reaccionarios se agrupan en Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA), que fue quien aportó en mayor caudal de manifestantes a las marchas en contra de la ley de aborto legal, seguro y gratuito. En la Argentina, la cantidad de evangelistas (y, en particular, de pentecostales) no alcanza los niveles de Brasil, pero viene en ascenso. Según un encuesta de Creencias Religiosas publicada a fines del año pasado, son el 15 por ciento de la población. Se calcula que llegan a ser unas nueve millones de personas.
Durante los gobiernos de Macri y María Eugenial Vidal llegaron a tener un contacto estrecho con el Estado. De hecho, la exgobernadora les reconoció una y otra vez que «trabajan por el bien común» y los incluyó como mediadores para la entrega de alimentos durante las peores etapas de la crisis económica que comenzó en 2018. Se trata de un rol que hace años ocupa la Iglesia católica, pero fueron sumados los sectores evangélicos. Así fue que participaron de la distribución de más de 400 mil kilos de leche en polvo y 120 mil módulos de asistencia alimentaria. Macri les dio acceso durante su gobierno pero, sobre todo, en la última fase de su campaña, cuando decía de acto en acto que estaba siempre «con el pañuelo celeste».
La realidad argentina, no obstante, está lejos de la de Brasil, donde según un censo de 2016 de DataFolha el 30 por ciento de la población es evangelista, en sus distintas vertientes. Y donde desde 2014 tienen un importante bloque de congresistas (unos 90), que se suman a la bancada de la triple B (Biblia, Bovinos y Bala). Luego de la llegada al poder de Jair Mesias Bolsonaro, diversos investigadores académicos que trabajan sobre el evangelismo han advertido que el caso argentino y el brasileño no son comparables, por las formas en las que se desarrolló en el país vecino el voto confesional y no aquí.
Sin embargo, las elecciones que hicieron el año pasado Granata y Hotton (una evangélica que hace años que se mueve en política, en sus orígenes con Francisco De Narváez), hicieron que Juntos por el Cambio pusiera su mirada en ese sector. Cómo serán las futuras negociaciones con UNO y como se conciliará eso con el sector a favor de legalizar el aborto que también existe en el PRO es algo que todavía está por verse.