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Política

La competencia interna entre Macri y Rodríguez Larreta

Las tensiones dentro del PRO afloran en encuentros del partido y de Juntos por el Cambio, así como en las apariciones y declaraciones públicas de sus referentes. Alineado con Vidal y Lousteau, el jefe de gobierno porteño intenta mostrarse priorizando la gestión durante la pandemia, mientras el ex presidente y Bullrich apuestan a una línea dura contra el gobierno de Alberto Fernández. Las estrategias de cada espacio.

La relación entre Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta sigue en una suerte de guerra fría. Si bien ninguna de las partes está dispuesta a aceptar públicamente que hay una competencia por el liderazgo del espacio, está planteada en los hechos. Sin más encuentros donde sacarse chispas, las dos líneas continúan cada una por su senda: el jefe del gobierno porteño, con María Eugenia Vidal y Martín Lousteau, priorizando las acciones de gestión durante la pandemia, y el ala dura con Macri en silencio y Patricia Bullrich siguiendo en su rol de opositora a ultranza, lo que la llevó la semana pasada a desdecirse de su posición sobre las policías y la violencia institucional para poder criticar al peronismo.

Al comienzo de la pandemia, Macri intentó marcar los tiempos y convocar él a reuniones de la mesa chica del PRO, como solía hacer. Pero las distintas reuniones a las que llamó el ex presidente terminaron con más choques entre Bullrich, titular del partido, y el sector Vidal-Larreta que otra cosa. Finalmente, se suspendieron sin fecha de retorno.

Mientras las conversaciones entre los sectores de Juntos por el Cambio, y del mismo PRO siguen en stand by, cada uno sostiene su estrategia. Saliendo momentáneamente del silencio autoimpuesto, Vidal fue muy clara en lo que piensa que hay que hacer en la actualidad. «En este momento necesitamos grandeza, no podemos entrar en chicanas, ni en debates menores, incluso aunque otros lo hagan», sostuvo ante las presiones para que salga a contestarle a su sucesor en la gobernación bonaerense, Axel Kicillof, o al presidente Alberto Fernández cuando la critican por los hospitales de la provincia. En el encuentro en el que participaron ambos con la Coalición Cívica, Larreta la secundó: “No es una situación para sacar ventajas políticas. Que otros lo hagan no me va a llevar a mí a tener esa conducta”, dijo.

Que ambos hayan sentado postura en un encuentro con las principales autoridades de la Coalición Cívica habla de la posición que viene sosteniendo Elisa Carrió desde el comienzo de la cuarentena. Pese a lo que se imaginaban algunos, la dirigente se embanderó con el sector de Larreta y Vidal y llegó a arrojarle algún tiro por elevación a Patricia Bullrich por su actitud de buscar confrontar con el Gobierno a toda costa. La composición de esos sectores no parece haber cambiado. Tampoco las estrategias.

Pese a los múltiples problemas que le trajo internamente, Bullrich siguió –y seguirá– en la misma lógica: la ex ministra de Seguridad busca diferenciarse en cada momento de lo que hace el Gobierno. Si no reabre la cuarentena, la crítica viene por las consecuencias económicas. Si llegara a haber un problema sanitario mayor, es probable que viren hacia que no se está cuidando a la población. «A Mauricio se ve que le sirven las apariciones de Pato Bullrich con su estilo agresivo, que está claro que no es el que nos gusta a nosotros», advertían desde el eje Vidal-Larreta. En el frente interno, Bullrich no para de hacer encuentros por Zoom con dirigentes de las distintas provincias: a todos les baja línea de que salgan a confrontar.

La necesidad de cuestionar al Gobierno llevó a Bullrich al borde del ridículo: el partido que preside difundió un comunicado condenando distintos hechos de violencia institucional, cuando ella hizo todo lo opuesto desde el Ministerio de Seguridad: justificó fusilamientos por la espalda por parte de policías y prefectos, además de otros hechos represivos.

La figura confrontativa de la ministra contrasta dentro del larretismo con el rol que viene teniendo el ministro de Salud, Fernán Quirós. Mientras la ex ministra se cruza con periodistas porque está «haciendo política con la pandemia», el funcionario porteño parece estar sumando puntos de forma interna. No falta mucho para que empiecen a considerarlo como posible candidato para los próximos años.

Mientras tanto, siguen las zancadillas internas: Larreta formó parte de los dirigentes que hablaron la semana pasada en un Zoom con distintos legisladores y autoridades del PRO de las provincias. La que moderaba los tiempos era Bullrich, quien le acortó los minutos al jefe de gobierno porteño, una de las principales figuras del espacio. La actitud no pasó inadvertida en el entorno de Larreta. Tampoco que la presidenta del PRO asegurara que, si ella hubiera estado en la conferencia en la que Kicillof comenzó a criticar a Vidal, se hubiera levantado e ido.

Rodríguez Larreta sigue sin dejarse correr por las presiones, aunque tomó distancia a su manera: cuando le preguntaron por el tema, la defendió a Vidal. El jefe de gobierno elige milimétricamente los momentos en que volver a su rol opositor –que no desapareció, solo está latente–: lo hizo, por ejemplo, cuando se plantearon críticas al Gobierno por una supuesta liberación masiva de presos.  

En el espacio todavía no se discutió abiertamente, pero también hay ruido con la nueva causa por el espionaje realizado desde la Agencia Federal de Inteligencia durante el gobierno de Macri: «No sé si lo notaste, pero muchas de las víctimas de la AFI macrista son justamente los que hoy integran el ala dialoguista», comentó un dirigente del PRO.

Larreta, en tanto, continúa con el armado silencioso que comenzó antes incluso de que Macri terminara su mandato. Los dirigentes Rogelio Frigerio y Emilio Monzó siguen en conversaciones con el jefe de gobierno porteño y hasta le aportaron dirigentes propios a su gabinete. El senador Martín Lousteau es otros de los habituales visitantes de Larreta en la sede de gobierno en Parque Patricios. No se sabe por cuánto tiempo continuarán en buenos términos los ex adversarios, pero –en todo caso– Larreta parece tener presente la idea de que hay que mantener a los amigos cerca y a los enemigos, aún más cerca. Lousteau, después de todo, podría ser un candidato a sucederlo en 2023 en la Jefatura de Gobierno o incluso a enfrentarlo en una interna presidencial.

Al otro dirigente que Larreta viene acercando a su grupo es a Daniel «El Tano» Angelici. Cansado de las internas con lo que fue la mesa judicial de Macri, Angelici parece haber finalmente tomado distancia del ex presidente. No obstante, tiene sus dirigentes bien posicionados en la Auditoría porteña, en el Consejo de la Magistratura porteño y sus legisladores forman parte del bloque radical en la Legislatura (ya no de la bancada de Vamos Juntos). Todo esto hace que Larreta tenga muy en cuenta los llamados del Tano. Después de todo, una carrera presidencial no se construye sin aliados.

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