El país registra unas 700 muertes por millón de habitantes, una de las tasas más altas de la región y a la par de España, que vive una emergencia ante una posible segunda ola.
Ayer sábado, Brasil superó la barrera de los 150.000 fallecidos por el nuevo coronavirus desde que registró la primera muerte en marzo, en momentos que la pandemia se desacelera lentamente en el país.
El ministerio de Salud indicó que, con 212 millones de habitantes, Brasil acumula 150.198 muertes por Covid-19 y 5.082.637 contagios.
Brasil es el segundo país con más muertos después de Estados Unidos, que contabiliza más de 213.000 víctimas del virus, y es el tercero en número de casos tras India.
Desde el primer contagio que se registró el 26 de febrero y la primera muerte el 16 de marzo, el país vio subir los números hasta estancarse en un promedio de 1.000 muertes diarias durante casi dos meses.
Los contagios recién comenzaron a descender en agosto, que tuvo una media de 932, y septiembre, 752. La tendencia continuó en los primeros nueve días de octubre, con una caída en los fallecimientos a un promedio de 630.
A pesar de los números en baja, los especialistas sostienen que Brasil experimenta una meseta prolongada con números todavía en niveles altos, a diferencia de los países europeos y asiáticos que vieron una caída más pronunciada de casos y muertes tras el auge de la pandemia.
Desde el inicio Brasil, enfrenta la pandemia con sus autoridades divididas.
El presidente Jair Bolsonaro, que contrajo el coronavirus, minimiza la gravedad de la enfermedad e impulsa el retorno a la normalidad para evitar el colapso de la economía, mostrándose sin mascarilla en actos oficiales o junto a sus seguidores.
«Si se contagia un día, no se preocupe (…) Yo tengo 65 años y no sentí nada, ni una gripecita. Cero, cero. Nada», dijo el mandatario a una seguidora durante una transmisión de Facebook en vivo desde Guarujá.
Jair Bolsonaro, quien contrajo el coronavirus, minimiza la gravedad de la enfermedad e impulsa el retorno a la normalidad.
Bolsonaro instó a la mujer a sacarse la mascarilla para iniciar la conversación y ella aclaró que se la sacaba porque quería, no porque se lo pedía el presidente: «No tuve ni voy a tener Covid», afirmó.
Los gobernadores y alcaldes aplicaron en cambio medidas de aislamiento social al inicio de la crisis sanitaria. Pero desde hace unos meses comenzaron a autorizar actividades consideradas no esenciales, como el turismo local, el retorno a clases y la apertura de bares y restaurantes.