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Policiales

La disputa por el liderazgo en Juntos por el Cambio

Horacio Rodríguez Larreta y Mauricio Macri miden fuerzas de cara al armado de listas para las elecciones legislativas.

Hay -al menos- tres lecturas políticas sobre lo que implicó esta semana de Horacio Rodríguez Larreta, en la que abandonó su perfil «moderado» y pasó a una ofensiva sin límites. Anunció con un fallo -firmado por familiares y amigos de sus funcionarios- que desconocía un DNU nacional, desacató un fallo federal y sostuvo que las clases seguirán presenciales hasta que resuelva la Corte. La primera lectura es que al asumir Larreta el lugar del ala dura, los dirigentes que se diferenciaban como Mauricio Macri y Patricia Bullrich se quedaron sin lugar. Es la que indican desde sectores afines al jefe de Gobierno. La segunda lectura es la contraria: Macri lo presionó a Larreta hasta sacarlo de su eje y, por lo tanto, el ex presidente lo conduce. Una tercera lectura apunta a las consecuencias de esta estrategia osada que desplegó: si Larreta termina inmolado, emerge como candidata a presidenta en 2023 María Eugenia Vidal.

Después de un 2020 donde la discusión dentro de Juntos por el Cambio fue intensa, no solo por la derrota del año anterior, sino por cómo pararse ante el Gobierno nacional (Larreta coordinó medidas con buena sintonía hasta el choque por la coparticipación porteña; Macri y Bullrich agitaron las marchas anticuarentena), el 2021 comienza a mostrar otra estrategia del jefe de Gobierno, que antes se mostraba «moderado» (en relación a los otros referentes de su espacio).

Larreta Ala Dura

Después de que Larreta desconociera un DNU basado en un tribunal cuya competencia no era resolver conflictos con el Gobierno nacional y, a continuación, desobedeciera un fallo federal que le ordenaba volver a clases virtuales, va a ser difícil seguir hablando de «duros» y «blandos». Eso implica que Bullrich y Macri van a tener que hacer un esfuerzo extra para diferenciarse de Larreta, que es el que efectivamente se está quedando afuera del baile.

«Los halcones quedaron descolocados. No era un problema de ser más moderado o más duro. El tema era gobernar con coherencia», dicen con suficiencia quienes acompañan al jefe de Gobierno, que suscriben esa lectura: el ala dura quedó offside, porque ahora Larreta es el ala dura. «Internamente, aquellos que decía que Horacio era un tibio quedaron pedaleando en el aire. No es ni el macho alfa ni el pusilánime, Horacio es coherente con un estilo y transmite certeza con su posición sobre la educación», afirma uno de sus armadores electorales, quien sostiene que las encuestas que circulan internamente le dan un apoyo importante dese las familias. «Macri queda desdibujado porque no gobierna. A lo sumo, puede apoyarlo a Horacio«, dicen.

«Se endureció, pero sin imitar el estilo de Patricia Bullrich, que sigue sin convencerles ni a Horacio y a Maria Eugenia«, interpretaban en el entorno que acompaña a Vidal, aliada hasta ahora de Larreta. «A Pato eso la debe incomodar, como los incomodó cada vez que Horacio levantó el perfil», indicaban.

Esa es la primera lectura: un Larreta ocupando el centro de la escena en la polarización con el Gobierno nacional y que lo va finalmente mandando a la jubilación a Macri (que, se sabe, no quiere saber nada con jubilarse y ni siquiera descarta volver a intentar un retorno en 2023).

Macri conducción

Pero hay una segunda lectura que comparten, curiosamente, tanto sectores afines al expresidente como opositores a Larreta en la Ciudad. «Macri lo apretó a Larreta y lo corrió de su eje que vendía moderación», sostienen quienes lo enfrentan al jefe de Gobierno desde la Legislatura.

Hay datos hasta públicos que permiten esta lectura: el expresidente condicionó las decisiones de Larreta incluso mandando tuits horas antes de que decidiera qué hacer con el DNU. Si hace una semana hubo un entredicho entre Patricia Bullrich que llamaba a «resistir» las medidas y Larreta que dijo «las normas están para cumplirlas», hoy Larreta no sólo incumple el DNU sino fallos judiciales del fuero contencioso federal.

Y allí es donde desembocan en extraña sintonía opositores a Larreta y alfiles del ex presidente: Macri lo está conduciendo a Larreta. Así el ex presidente busca mostrar que no perdió, finalmente, su lugar como líder del PRO y de buena parte de Juntos por el Cambio.

Por supuesto, desde el sector de Larreta rechazan esta lectura. «Si los deja más tranquilo a los halcones pensar que Macri lo conduce a Horacio, porque el jefe de Gobierno quiere que los chicos vayan a la escuela… bien por ellos. Tal vez duerman mejor que si tomaran algún calmante. Pero Macri nunca lo conduce a Horacio«, sostenían quienes lo conocen al jefe de Gobierno.

Larreta, a todo esto, no solo apuesta a la polarización sino al contacto permanente con el establishment. La semana que pasó no solo fue la del conflicto por las clases: también estuvo en un encuentro con empresarios de la Fundación Mediterránea, la misma que supo presidir Domingo Cavallo. Y hablará en el Council of Americas, con cuya presidenta, Susan Segal, tiene una relación inmejorable. Larreta no se detiene en su proyecto presidencial ni en los momentos de mayor tensión por la situación sanitaria de la Ciudad.

La tercera

Un tercer factor que forma parte de las discusiones políticas es la irrupción de Vidal. La ex gobernadora bonaerense reapareció con su libro Mi camino y aclaró que no descarta ser candidata a Presidenta en 2023. Dijo que en caso de tener que competir con Larreta, lo hablarán para que no empañe su buena relación.

«La jugada que hizo es beneficiosa mientras no se le complique el sistema sanitario. Si la Corte le falla en contra, hasta le haría un favor para que no le colapsen las camas de terapia intensiva», interpretaban desde el PRO bonaerense, que acompaña a Vidal. La pregunta es si la polarización con el Gobierno nacional lo potenciará a Larreta -como hizo en su momento con Macri– o si el desgaste de las decisiones intempestivas como las de la semana pasada lo terminarán inmolando al jefe de Gobierno como candidato potable para el establishment. En ese caso, sería el tiempo de Vidal, que mantiene sin moverse su discurso de que llegó el tiempo de «los moderados».

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