La mujer contó que hubo «una pelea importante» la noche anterior al asesinato de Silvia Saravia.
Durante más de cinco horas, una de las dos empleadas de la familia Neuss, únicas testigos del femicidio que el empresario cometió contra su esposa Silvia Saravia antes de suicidarse, aportó datos sustanciales y la causa donde se investiga el crimen se consolida como un femicidio clásico, sin intervención de “agentes externos” ni problemas de salud mental del asesino.
“Fue una pelea importante”, admitió esta mujer de 49 años, contratada por Jorge Neuss para trabajar junto a otra compañera en las tareas domésticas a principios de 2019. La mujer ya había declarado ante la fiscal María José Basiglio, de la unidad Especializada en Violencia de Género de Pilar. Pero fue pocas horas después del hecho. Esta vez la testigo fue más precisa en relación con lo que oyó, lo que vio y lo que sabía de la relación entre el femicida y su esposa.
La empleada, cuya identidad no trascendió, contó que la noche previa al asesinato Jorge Neuss y Silvia Saravia habían discutido intensamente y que la esposa del empresario salió de la casa cerca de las 22 del viernes, se subió a su auto y se fue. “No nos habló, no nos dijo a dónde iba ni si volvía, se fue”, declaró la mujer.
Tampoco pudo precisar si Silvia Saravia volvió y durmió con su marido porque poco después de la salida del hogar de la víctima ella se fue a dormir. Sin embargo, ese dato fue confirmado el viernes por Lucila, la única hija del matrimonio. Ella reveló que su mamá pasó la noche en su casa.
Según fuentes judiciales, Lucila declaró que su madre apenas le dijo que hubo “una discusión” y que ella no le dio más trascendencia. Sin embargo, allegados a la familia confirmaron que el plan para irse del exclusivo country Martindale (donde la pareja y los cuatro hijos tienen sus respectivas casas) existió pero no llegó a concretarse.
Para salir de la espiral de violencia y maltrato en la que se sentían atrapadas, le propuso a su madre irse ese fin de semana fatal a un campo que la familia tiene en Sierra de la Ventana. “Nos vamos hasta el martes, hasta que se calme un poco todo. Mañana vas a buscar algo de ropa y listo”, le dijo, palabras más palabras menos.
Saravia efectivamente regresó al otro día. Eso sí lo vio la empleada, aunque en el momento no supo que había dormido afuera. A las 10 Jorge Neuss la llamó para que le llevara el desayuno a la habitación y notó que Saravia no estaba allí. La testigo no recordaba el horario exacto en que vio entrar a la víctima a la casa del country Martindale pero sí que fue “cerca de las 13”.
A lo largo de su declaración ante Basiglio, la mujer no supo precisar momentos en relación con el horario pero muchos de estos fueron cotejados por los investigadores en base a los registros en los teléfonos celulares. Según figura en la lista que aportó la compañía telefónica a la Justicia, a las 12.36 y 12.37 Neuss mandó dos SMS a amigos para saludarlos por sus cumpleaños. A las 12.51 se registró en el teléfono de la empleada un llamado a Lucila. Ella explicó ayer que fue para avisarle que algo había ocurrido.
La testigo dijo ayer que ella cree que “no pasaron más de 10 minutos” desde el momento en que vio llegar a su patrona a la casa y escuchó el primer disparo (que ella creyó que había sido el ruido de un camión), lo cual es coincidente con las pruebas tecnológicas, que indican que a las 12.37 Neuss estaba solo y que a las 12.51 ambos, él y su esposa, estaban muertos.
“No le dije que habíamos escuchado dos disparos porque no quise alamarla”, admitió ante la fiscal. Allegados a la familia le contaron a este medio que Lucila tenía pensado entrar a la casa con su madre, ya que sabía que había violencia de su padre hacia ella.
Sin embargo, los investigadores sospechan que, evidentemente, la hija no conocía la gravedad de la situación. Porque cuando iba a entrar con su mamá recibió el llamado de una vecina. “Mamá, andá juntando las cosas que en tres minutos vuelvo”, le dijo. Apenas unos segundos después de alejarse a buscar una lámpara a la casa de la mujer que la había llamado, Lucila recibió el aviso de la empleada.
Cuando Saravia entró a la casa saludó a las empleadas y les dijo poco pero sustancial: “Subo a buscar unas cosas”. Lo que ocurrió después ya se sabe. La empleada dijo que ella no escuchó en ese momento ninguna discusión, ni golpes ni nada raro. Pero explicó que ella estaba en la zona de la parrilla, fuera de la casa y lejos del dormitorio donde Neuss mató a su esposa, en la primera planta de la mansión.
La autopsia comprobó que entre Neuss y Saravia hubo forcejeo y que el empresario la agarró de la cabeza con su mano izquierda y le disparó con una Magnum .357 con la derecha. Esa bala rozó la mano que sostenía la cabeza de atravesarla. A poca distancia del cadáver de su esposa, Neuss apuntó su arma a su propia cabeza y se disparó de abajo hacia arriba, encima de la oreja, un poco adelante.
La empleada no fue muy específica sobre el contenido de las discusiones de Saravia y Neuss pero sí dijo que los problemas en el matrimonio existían y que ya habían ocurrido escenas parecidas a la de la noche del viernes pero que ella consideró peleas “no tan grandes”.
“Lo que le queda claro a la fiscal con esta declaración es que el femicidio tuvo una motivación y que había violencia de género antes del crimen”, explicaron fuentes judiciales.
El caso Neuss parece casi cerrado pero no lo está. La fiscal Basiglio espera diversas medidas de prueba, entre las que está la pericia a las tablets y el examen toxicológico del femicida. Además, es probable que llame a declarar a las amigas y familiares de Saravia, especialmente a la hermana de la víctima.
Este lunes también declaró el dueño de la concesión del bar del golf de Martindale y dos empleados, lugar que tanto Neuss como Saravia solían frecuentar. No aportaron demasiado. Dijeron que eran amables en el trato con ellos, y que nunca observaron hechos de violencia entre el matrimonio. Aunque dieron razones significativas para eso. Contaron que nunca los veían juntos: “Ella siempre con sus amigas y él con los suyos”.