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Policiales

Abusos policíales en Rosario de la Frontera y Salta capital

La policía disparó en el rostro a un joven y le hicieron perder la visión de un ojo, también fue herido un niño en un desalojo en la zona norte de Salta capital. Y un hombre denunció que fue torturado por efectivos del 911 en el interior.

Un joven de 24 años denunció en la Fiscalía de Derechos Humanos que policías le dispararon a la cara y le provocaron la pérdida de la visión en un ojo, esto ocurrió en el desalojo de una toma el jueves pasado en la zona norte de la ciudad de Salta

El muchacho cargaba en brazos a su hija de dos años cuando recibió los disparos. También fue herido en la pierna con balas de goma un niño de 8 años, la familia hizo la denuncia.

En Rosario de la Frontera, un hombre de 42 años denunció que el sábado «una patota de policías del 911» lo torturó y amenazó con matarlo. 

Esta última denuncia se suma a otras 7 que vienen haciendo vecinos y vecinas de esa ciudad del sur de la provincia contra efectivos del Sistema de Emergencias 911. Aunque se hicieron públicas, llegaron a la Cámara de Diputados, y llevó a que los legisladores lo convoquen  al ministro de Seguridad, Juan Manuel Pulleiro, no se puso freno a la violencia policial.

  • La historiadora Raquel Adet, de la Asociación de Derechos Humanos Coca Gallardo escribió un comunicado exigiendo que el Estado salteño repare el daño causado al menos a tres hombres a los que la Policía dejó sin ojos por dispararles a la cara durante la cuarentena. Adet planteó que hay denuncias diarias de personas que fueron violentadas por la Policía y que, sin embargo, el ministro de Seguridad y sus funcionarios «defienden y justifican las atrocidades de lo que está pasado porque encubren y garantizan impunidad». También señaló como principal responsable al gobernador Gustavo Sáenz porque la violencia policial «es la política del gobierno»

«En un lapso de días, la Policía de Sáenz, que sale en los anuncios propagandísticos con un barbijo y un cartel que dice ‘Salta responsable’, le va sacando los ojos a tres personas, un joven de General Ballivián, un hombre de Finca Independencia y ahora un asentado que estaba con su bebé en brazos. Tres hombres pobres, por supuesto, porque ese es el trato que este gobierno le suministra a los sectores más vulnerables», afirmó Adet.  

En el ojo, como en Chile

Carlos Johnatan Ávalos denunció el martes último en la Fiscalía de Derechos Humanos que policías le dispararon a la cara y le hicieron perder la visión del ojo derecho. Esto ocurrió el jueves pasado en el contexto de una represión a 50 familias que quisieron asentarse al final del barrio 17 de Octubre, en un pedazo de tierras fiscales en cercanías al río Mojotoro

Ávalos y su pareja tienen una niña de 2 años, están viviendo en la casa de su madre. Su compañera quiso ir a la toma con el objetivo de poder conseguir un lugar propio para vivir. Ávalos la acompañó y cargaba en brazos a la hija cuando «llegó la Policía a los tiros». «Me di vuelta mirando a los policías de frente y sentí un impacto en el ojo, se me apagaba la visión, vi que sangraba. La dejé a mi hija, corrí a la salita del barrio. Cuando corría me dispararon de nuevo en la pierna izquierda», relató.

El joven fue asistido en la salita pero le informaron que debía ir al Hospital San Bernardo con urgencia. «Fui a buscar mi DNI en la casa y en el camino me encontré a un amigo que tiene auto y me llevó al hospital. Me desmayé en el trayecto, desperté cuando estaba en el hospital en cama y con el suero puesto», contó. Ávalos fue operado el viernes al mediodía y luego le informaron que no podría ver del ojo derecho. «Con el otro ojo veo pero no al 100%, por ratos se me nubla la vista, me cuesta mirar. Parpadeo, y me arden los ojos»

Ávalos dijo que no tiene palabras para lo que le hicieron, sí pidió justicia. En la Comisaría 103 no le quisieron tomar la denuncia. «Me decían que no podían hacer eso, que no estaba el jefe», detalló. Señaló que los uniformados de esa dependencia participaron de la represión. «Eran como 100 efectivos policiales de la patrulla motorizada, Brigada de Investigaciones, GOPAR (Grupo de Operaciones Policiales de Alto Riesgo), de Infantería y de la 103. Estaban muy armados, cubiertos de pies a cabeza, no se les veía la cara», recordó. 

El joven planteó que la Policía procedió sin mostrar ninguna orden de desalojo. «De mala manera decían que nos retiremos, empujaban y empezaron a hacer tiros», contó.

Ávalos trabajaba de forma no registrada haciendo pintura, dijo que ya lo «corrieron» y le dijeron «que así no iba a servir, sin un ojo». El joven no tiene ninguna asistencia del Estado en estas circunstancias. «La doctora me dijo que debo hacer reposo entre uno y dos meses, sin salir al aire libre y sin levantarme», expresó.

«Los policías no se fijaron que tenía a mi nena en el brazo, a centímetros de donde me calzó el impacto de la bala de goma. En el lugar habían muchos niños y niñas, mujeres y hombre mayores. A la Policía no le importó nada. Lo único que hacían era disparar y pegarnos», relató Ávalos.

El muchacho contó que el martes también hizo la denuncia contra la Policía la madre de un niño de 8 años «al que le calzaron una bala en la pierna». Dijo que en el asentamiento hubo más heridos durante la represión pero no quisieron denunciar.

“Te vamos a matar a patadas”

El vecino de Rosario de la Frontera Jorge Alfredo Romano, de 41 años, denunció este miércoles que el sábado fue atacado y torturado por «una patota» de policías del 911.

«Habíamos hecho una cena familiar en mi casa en el barrio Santa Rosa, Salí en el auto para dejar a mis sobrinos en otro barrio. Los dejé a ellos y me volví. En inmediaciones del barrio Juan Domingo Perón, alrededor de las 21.30, me cruzaron con la camioneta los policías del 911. Querían hacerme descender del vehículo, yo me negué. Empezaron a tironear la puerta del auto. Con golpes de puño y la cachiporra me rompieron el parabrisas. Lograron sacarme y lo hicieron de los pelos. Me arrancaron parte del cuero cabelludo y empezaron con los golpes», relató Romano. Dijo que tenía temor de bajar por la forma en que lo interceptaron.

Romano dijo que los efectivos lo subieron a la caja de la camioneta, donde le siguieron pegando. Lo llevaron hasta un callejón con un descampado. «Me bajaron y empezaron a torturarme. Me decían ‘te vamos a matar a patadas’. Me esposaron. Era impresionante el ensañamiento que tenían. Yo pensé que me mataban porque me pegaban patadas y golpes con el codo en el pecho, en la cara, de todas maneras y no paraban nunca (…) Me ahorcaron. No puedo deducir cuanto tiempo me golpearon (…) no terminaban más”, sostuvo. Recordó que lo levantaron y lo cargaron de nuevo en la caja de la camioneta. «Me seguían pegando, pisándome la cabeza. Hasta que llegamos a la Comisaría de El Mirador«.

El hombre recuerda haber visto al menos a 5 policías y dijo que después llegaron más de la Comisaría de El Mirador. Manifestó que no sabe si estos últimos también le pegaron porque ya estaba descompuesto. «Con mi buzo me taparon la cara», contó.

En la Comisaría, Romano calcula que estuvo detenido desde las 22 hasta la 1 de la madrugada. Dijo que la Policía no lo llevó al hospital para la revisión médica. «Estaba muy golpeado. Me pusieron como causa la violación de la cuarentena. Tengo el auto retenido, me dijeron que debo hacer un descargo de por qué me lo sustrajeron y después me llegará un cupón para pagar una multa y retirarlo«, sostuvo Romano, quien destacó que el suyo «no es el único caso»

El vecino dijo que ayer fue a realizar la denuncia en la Fiscalía local y no se la querían tomar. «Me decían que estaban recibiendo solo casos de extrema gravedad y de violencia de género, insistí hasta que me dejaron pasar», afirmó.

Romano explicó que demoró en ir a la Fiscalía porque estuvo yendo al hospital. «Adjunté una historia clínica que me hicieron con radiografías del codo, costilla, tórax, me hice atender con el traumatólogo del hospital. Tengo fisuras de costillas y codos, todo inflamado. Cuando respiro me duele, hasta para ir al baño siento dolor», precisó. 

En la Fiscalía le explicaron que deben citar a los policías que estuvieron en la guardia. «Yo quedé con temor por mi vida porque ellos se decían ‘matalo’. El accionar fue muy malo, con mucho odio, una saña tremenda. Andan con cascos bien cubiertos y no se les ve la cara», expresó. Dijo que no puede dormir por lo que le pasó. 

Romano destacó que debe hacer reposo al menos por un mes, lo cual lo perjudica porque es un trabajador independiente y si no sale a trabajar no tiene ingresos, con lo que ahora no sabe cómo pagará la multa para retirar el vehículo ni cómo repondrá el parabrisas que le rompieron y los arreglos del auto. También debe pagar medicamentos.

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