Tanto el fiscal como la jueza dieron por acreditado que Parra estaba «obsesionado» con Agustina Fernández, en base a lo declarado por las amigas de la víctima.
Una jueza dictó ayer la prisión preventiva para Pablo Parra, el amigo y vecino detenido como presunto autor del femicidio de Agustina Fernández, la estudiante pampeana asesinada a golpes en julio pasado en la ciudad rionegrina de Cipolletti, tras una audiencia donde la fiscalía aseguró que el imputado la asesinó porque estaba «obsesionado» con ella y reveló que su ADN estaba en un trozo de tela hallado en el sitio por donde ingresó el homicida a la escena del crimen.
La jueza de Garantías Agustina Bagniole resolvió dictarle por el plazo de seis meses la prisión preventiva de Parra (27), a quien la fiscalía y la querella acusaron como autor de un «homicidio triplemente agravado por femicidio, alevosía y también porque había mantenido con la víctima una relación». «Considero que hay indicios suficientes para sostener que Parra fue el autor», dijo la jueza.
La decisión fue adoptada tras una audiencia de formulación de cargos que duró más de tres horas, fue trasmitida por el canal de YouTube del Poder Judicial rionegrino y de la que participó el propio Parra.
Una de las pruebas claves expuestas por el fiscal de causa, Martín Pezzetta, para incriminar a Parra, es un trozo de tela azul que quedó enganchado a una concertina (rollo de alambre de púas) ubicado en el paredón por donde trepó el presunto homicida al patio de la escena del crimen y que tenía el ADN de Parra.
Además, mencionó el fiscal y valoró la jueza, que no hay una sola evidencia que indique la presencia de una tercera persona ya que las únicas huellas dactilares o rastros de pisadas, corresponden a la víctima y el imputado. Incluso, se mencionó que hay pisadas que concuerdan con calzado del acusado, en la parrilla y en una mesita del patio por donde entró y salió el asesino.
A su vez, sostuvo la fiscalía que quien apenas cometido el ataque se llevó los celulares de la estudiante y el imputado, los apagó en el mismo lugar del hecho y que para ello era necesario conocer las claves para desbloquear las pantallas, por lo que creen que fue el propio Parra y que los hizo desaparecer para simular un robo. Al iniciar su exposición el fiscal Pezzetta explicó que la víctima Fernández (19) residía en la ciudad pampeana de Santa Rosa pero en marzo de este año se mudó a Cipolletti para continuar sus estudios de medicina y fue en ese contexto que en el edificio de la calle Confluencia 1301 donde había alquilado un monoambiente «entabló una relación de vecindad y posterior amistad» con Parra que vivía en el departamento 1 de la planta baja. El fiscal admitió que «en ocasiones tuvieran relación de intimidad», aunque aclaró que «sin establecer una relación de pareja o noviazgo, la cual era pretendida por Parra más no por Agustina«.
Tanto el fiscal como la jueza dieron por acreditado que Parra estaba «obsesionado» con Agustina, en base a lo declarado por las amigas de la víctima. Pero para el fiscal, el «detonante inmediato» del femicidio fue que el mismo día, aunque unas horas antes del crimen, Agustina invitó a su departamento al mozo de un bar que había conocido y con el que esa tarde tuvo relaciones sexuales que, de acuerdo a lo declarado por el joven, tuvieron que haber escuchado los vecinos, entre ellos Parra, porque dejaron la ventana abierta.