Jorge Néstor Mangeri, es el acusado de la muerte de Ángeles Rawson, la adolescente que hace siete años fue estrangulada durante un ataque sexual, asegura que no fue él.
Jimena Aduriz, la madre de Ángeles Rawson, la adolescente que hace siete años fue estrangulada durante un ataque sexual y arrojada a la basura en el barrio porteño de Palermo, aseguró ayer que espera que algún día el femicida Jorge Néstor Mangeri reconozca la autoría del crimen y que si bien tiene «una mirada de perdón», pretende que el asesino de su hija cumpla en prisión toda su condena.
En una entrevista con Télam realizada por videoconferencia, Aduriz repasó todo lo que vivió a lo largo de estos siete años, recordó el daño que causaron en su familia el sistema judicial y los medios, y se refirió al portero Mangeri, quien por el femicidio de su hija cumple en el penal de Ezeiza una pena de prisión perpetua confirmada por la Corte Suprema.
«Me encantaría, no sé si es una ilusión o no, que Mangeri reconociera lo que hizo porque eso lo dignificaría como ser humano. Sería para mí una actitud muy reparadora que me diga qué fue lo que pasó», dijo Aduriz.
La mamá de la adolescente de 16 años asesinada el 10 de junio de 2013 aseguró que si bien sabe que el exencargado de Ravignani 2360 «sigue negando que él fue el asesino», ella no pierde «la esperanza» de que «algún día pueda arrepentirse».
«Hay momentos en los que me enojo mucho, sobre todo cuando es el cumpleaños de él (el 1 de enero), ahí se me cruzan todos los cables. Pero trato de tener una mirada de perdón. Lo dije desde un inicio, pero fue lo que la gente no entendió y tomó mal».
La madre de Ángeles aclaró que si bien es una persona que «no se engancha con el odio y el rencor», espera que Mangeri cumpla toda su condena y, al respecto, pidió «ni un día menos de cárcel».
Con la prisión perpetua, el femicida que ahora tiene 52 años, recién podrá salir de prisión en 2048, cuando tenga 80 y tras pasar 35 años encarcelado.
Aduriz recordó la «experiencia espantosa» que vivió durante los primeros meses de la causa, no sólo por la mediatización del caso, sino también por la «revictimización» que padeció la familia por parte de algunos actores del Poder Judicial con quienes sigue enojada a pesar de su capacidad de perdón y de que «se llegó a la verdad».
«Se suponía que los que me tenían que proteger de este personaje que mató a mi hija, casi me hicieron tanto daño como él. Lo que nos hicieron fue destructivo. Me mató gente. Me mató a mi suegra, me mató a mi hermano, me dejaron sin trabajo, mis hijos terminaron dispersos y a mi marido le destrozaron la vida», dijo en referencia a Sergio Opatowski, el padrastro de Ángeles que para los investigadores era un sospechoso, antes de que Mangeri se autoincriminara en la fiscalía de Paula Asaro.
De todos los fallidos judiciales que se cometieron, para Aduriz la errónea primera autopsia que decía que Ángeles había muerto compactada por el camión de basura, que no había detectado el intento de abuso ni la estrangulación y que motivó la exhumación y una reautopsia, «fue lo más traumático». «Esos tres días que estuvo fuera de su tumba para mí fueron desquiciantes. Yo la había enterrado en un cajón que le había elegido y le habíamos puesto cartitas, sus cositas y fotitos y después la enterré en un cajón de pino, en un plástico y con una faja, como si fuera una fosa común», dijo, aunque admitió que «si no se hacía, Mangeri quedaba preso sólo por homicidio simple», un delito con una pena menor.
Aduriz se refirió al giro que tuvo su vida a partir del asesinato de su hija y a su actual rol como referente entre familiares de víctimas de delitos y en la lucha contra la violencia de género. «La muerte de un hijo se resignifica. Es el único duelo que nunca pierde vigencia. Se cumplen siete años de la muerte de ‘Mumi’ y para mí es como si se hubiera muerto hace cinco minutos. Es un dolor muy cruel con el que tenés que convivir», comentó.
Contó que ella se dio cuenta que podía ser útil en «concientizar sobre la violencia de género» y en ayudar a otros, razón por la cual junto a otros familiares de víctimas realizaron en 2016 la marcha «Para que no te pase», punto de inicio para que en 2017 se sancionara la «Ley de Víctimas».