Las transformaciones en la política con la llegada de las mujeres en los cargos ejecutivos y/o legislativos hacen que algunos sectores reaccionen de forma virulenta, levantando la bandera como estandarte “que el patriarcado vuelva al poder”, “que los hombres vuelvan al poder”.
Durante la semana que pasó un suceso discursivo en la política local mostró en distintos medios de comunicación como la forma de presentar noticias para generar confianza en una sociedad patriarcal se encara con el anunció de la llegada de un hombre a determinado espacio de nexo con el poder machista.
El caso mencionado hace referencia a la llegada de un “hombre de confianza” para ser interlocutor entre el Municipio de Salta y el Gobierno Provincial. El titular dice “Juan Carlos Romero interviene en la Municipalidad: Fernando Palópoli será el coordinador con el Gobierno provincial”, y remarca: “La designación de Palópoli contó con el aval del gobernador”.
“Para el mismo rol había trascendido el nombre de la actual Coordinadora de Comunicación y Contenidos de la Municipalidad, Agustina Gallo Puló (…) En abril pasado, en la Municipalidad se había creado una figura similar con el fin de mediar entre la intendenta Bettina Romero y el Concejo Deliberante, la Coordinación de Proyectos Estratégicos con el sector Público y Privado, al frente de la cual fue designado César Álvarez” profundiza la nota.
Estas frases no colocadas al azar, buscan transmitir no solamente el anuncio de espacios donde determinados hombres van a trabajar de nexo, sino también, apuntan al desmedro de la actividad de mujeres que están definiendo política en esos espacios.
Pensemos, si el objetivo comunicacional sería una noticia de anuncio de cambios de esquemas políticos, por qué la necesidad de mencionar a las mujeres en este marco. Por qué mejor no hablar de las capacidades profesionales y de gestión de estos hombres y el aporte que realizarán a su tarea. Esta es una parte del trasfondo de la política machista.
La lectura detrás de esta noticia, en una sociedad que deja a las mujeres en los últimos planos de decisión y un total desmerecimiento de su actividad pública (porque siempre se lo deben a un hombre) es sostener las creencias machistas que dicen “ellas no saben hacer política, no entienden, no les da la cabeza”. Frases muy utilizadas en el contexto de las charlas o “rosqueadas de café” de los hombres que se dedican a la política desigual.
Estas creencias, muy arraigadas, forman parte de la violencia política e institucional a la que las mujeres se exponen cuando deciden ejercer cargos públicos de decisión o gestión.
Se tratan de micromachismos en la política que son tan sutiles como naturalizados que parecen ser la verdad. Pero el trasfondo muestra el menosprecio a la actividad pública de las mujeres que hacen política o están en gestión.
Fuente: AM 750