El sector moyanista, cercano a la vicepresidenta, busca convencer al resto de hacer una media de fuerza.
La Confederación General del Trabajo (CGT) se reunirá hoy con el consejo directivo para resolver los pasos a seguir tras el ataque a Cristina Kirchner. La semana pasada se produjo una larga cumbre en la que se decidió avalar institucionalmente la marcha del kirchnerismo del viernes. En este caso, la negociación girará en torno a una medida de fuerza propia para el próximo miércoles 7 de septiembre, algo que aún no convence a todos.
Paro general con movilización es la propuesta que hizo el sindicato que representa Pablo Moyano, uno de los cogobernadores de la central obrera. El secretario adjunto de Camioneros se mostró cercano a sectores de la vicepresidenta, como La Cámpora y la CTA de Hugo Yasky. Su postura, sin embargo, es tomada con cautela por los otros dos triunviros: Héctor Daer (Sanidad) y Carlos Acuña (Estaciones de servicios).
Desde los sectores de “los gordos”, como se definen los grupos que representan estos últimos, afirman que el apoyo de la CGT a Cristina Kirchner, quien siempre se mostró distante del sindicalismo tradicional, fue el adecuado. Primero, con la publicación de una carta en la que rechazaba el ‘show mediático‘ de la causa Vialidad por corrupción que enfrenta de sus años como mandataria y, luego, con el inmediato respaldo al ataque que sufrió la vicepresidenta a manos de un hombre armado en su domicilio en Recoleta.
La decisión también dependerá de la voluntad del sector “barrionuevista”, que encarna Acuña, y de la facción de “los independientes”, liderada por Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez (UOCRA) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias). Este grupo tiende a tener mayor afinidad con los manejos de Daer y compañía que con los sectores más combativos, encolumnados detrás de la figura de Moyano hijo y con el respaldo del kirchnerismo.
Internamente, el camionero es seguido por un creciente grupo integrado por Omar Plaini (Canillitas), Héctor Manrique (SMATA), y el nuevo ministro de Trabajo del gobierno de Axel Kicillof en la provincia, Walter Correa (Curtidores). En paralelo, el kirchnerismo cuenta con Sergio Palazzo (Bancarios), Vanesa Siley (Judiciales) y Abel Furlán, quien hace pocos meses desplazó al histórico dirigente Antonio Caló al frente de la UOM.
La idea del moyanismo, en un principio, era movilizarse este lunes, algo que se topó con la traba del resto de la CGT. “Hemos planteado un paro con movilización para la semana que viene”, había dicho Moyano, pedido al que también se sumó Yasky. Palazzo, en paralelo, hizo lo propio. “El día feriado para que nos expresemos anticipó lo que se iba a decir desde la CGT. Pero seguimos exigiendo que haya una medida propia de la CGT”. Otro de los que planteó en voz alta la “huelga general” fue Furlán.
Daer fue el representante de la CGT que se subió al escenario en Plaza de Mayo donde funcionarios, dirigentes, gobernadores y militantes acompañaron la lectura del texto oficial que la actriz Alejandra Darín leyó al cierre de la marcha. Aunque hubo un apoyo rápido y unánime, la central obrera apenas movilizó sus bases el viernes pasado, sin embargo. “La movilización del viernes fue de la militancia no de los sindicatos”, coinciden por lo bajo en el edifico de Azopardo.
“La CGT muestra la voluntad de hacerse presente. Creemos que tenemos que movilizar en defensa de la democracia. En repudio de esta y cualquier agresión. Por eso, el Consejo Directivo se declara en estado de alerta permanente y convocando para el lunes a las 16 horas para volver a analizar la situación”, fueron las palabras de Daer, durante el fin de semana.
Las voluntades sindicales podrían unificarse detrás de la idea de que los sindicatos den un paso contundente en las calles, terreno político que han utilizado poco y nada durante el gobierno de Alberto Fernández. Pero, lo que se debatirá hoy no sería solo en repudio del atentado contra Cristina, sino también la forma en la que los gremios puedan hacer prevalecer sus propios intereses en un contexto de ajuste económico, una inflación con números en rojo y el aumento de las demandas de los trabajadores.