El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, ratificó que el ciclo lectivo comenzará el 17 de febrero.
El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, ratificó la decisión de la Ciudad de Buenos Aires de reanudar las clases presenciales en las escuelas y presentó un plan de la Ciudad para que vuelvan desde el 17 de febrero. En ese marco, enfatizó que apuntará a que «haya la mayor presencialidad posible» y que los docentes van a ser testeados «cada 15 días», además de tener la prioridad de vacunación que establezcan las autoridades nacionales.
El anuncio fue una ratificación de la decisión de Juntos por el Cambio de ir a contramano de la postura de los gremios docentes y de lo que hará el resto de las provincias, que iniciará el ciclo lectivo en marzo. «Como Gobierno tomamos la decisión completa y absoluta de volver a la presencialidad”, planteó la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, y por si hiciera falta aclararlo, añadió: “Y no es un capricho”.
El objetivo es “comenzar las clases el 17 de febrero en forma cuidada y con la mayor presencialidad posible”, dijo Horacio Rodríguez Larreta durante una conferencia en la que Acuña dio los detalles de la iniciativa denominada Primero la escuela, en el que «la regla es la presencialidad y la virtualidad es un complemento y una excepción».
“Con los sindicatos vinimos hablando durante todo el año»
Acuña le dedicó solo unas líneas a los gremios, con los que mantiene un largo contrapunto por el reinicio de las clases casi 20 días antes de lo habitual: “Con los sindicatos vinimos hablando durante todo el año pasado, tuvimos una reunión la semana pasada y otra ayer, donde les informamos los criterios de organización que se pondrán en marcha”.
Luego insistió que desde su gestión “vamos a seguir hablando como lo hicimos siempre todas las veces que haga falta” pero dejó claro que, según ella, “la enorme mayoría de los maestros quieren volver a trabajar y encontrarse con sus estudiantes”.
Dijo que el plan Primero la escuela «es el resultado del diálogo que venimos realizando durante meses con docentes, directivos, ONG y especialistas de educación», aseguró la ministra y afirmó que de esas consultas participaron 7 mil docentes y 15 organizaciones sociales especializadas en educación.
Con ellos, agregó, «aprendimos que las aulas abiertas no son un sinónimo de propagación del virus», mientras que «las aulas cerradas generan un daño enorme en la psiquis, salud mental y sociabilización de los estudiantes».
El regreso a las aulas
El plan anunciado hará que “todos los chicos, todos los días, puedan ir a la escuela en una jornada simple”. Y para ello se priorizará “a los chicos que tienen menos autonomía y cambian de nivel”, maternales y primarios, porque “no se pueden quedar solos en casa cuando la familia sale a trabajar”.
Las instituciones en las que volverán las clases presenciales serán jardines “maternales, nivel inicial y primeros ciclos de primaria y secundaria”. En todos, “durante tres días hábiles”. Después se sumará el resto de los estudiantes primarios. Y a partir del 1º de marzo, “todos los chicos más grandes de la secundaria», detalló la funcionaria.
Durante el convite, el mandatario porteño retomó una frase utilizada por el ex presidente Mauricio Macri: “La prioridad número uno en la ciudad que es la educación de nuestros chicos”. Luego anunció: “Tenemos un plan”.
Según explicaron, la presencialidad tendrá límites y excepciones. Para los estudiantes y docentes con factores de riesgos o que viven con personas que tienen esas condiciones “tenemos organizado mantener la educación en forma virtual”.
Acuña explicó que, para estos grupos, el criterio de trabajo será no interactuar con el resto. “Esta vez, la burbuja es el grado. No importa cómo se organicen dentro de la escuela los distintos espacios”. Sin embargo, “los docentes podrán compartir distintos grupos”, dijo sin aclarar si esto implicará un rompimiento de esa burbuja.
Testeos y transporte
La otra clave será “testear a todos los docentes de la ciudad cada 15 días, lo cual nos dará una tranquilidad”, añadió y mencionó también la readecuación de los protocolos sanitarios que se aplicarán según las características de cada escuela.
Para que esto ocurra, se declarará la prioridad de los transportes públicos para docentes y estudiantes, especialmente en horas de ingreso y egreso al horario escolar. También habrá protocolos para los micros y combis escolares, en materia de sanidad e higiene.
También, el Banco Ciudad pondrá una línea de crédito de 36 cuotas para la compra de bicicletas. Y por último se «reestablecerán los ‘senderos seguros’ para quienes viajen a pie», dijo el secretario de Transporte, Juan José Méndez.
Los argumentos de Larreta y Acuña
Para argumentar las medidas, Larreta recurrió a una fórmula ya clásica en Juntos por el Cambio para justificar cualquier decisión: “En el mundo entero”. Apeló a ella para decir que hay “evidencia de la necesidad de que los chicos vayan a las clases”.
Hasta habló de la “necesidad desesperante” de que ello ocurra y citó estudios sociológicos que dan cuenta de los efectos de la pandemia en los alumnos, pero omitió mencionar los incontables casos en países europeos y asiáticos donde las clases fueron suspendidas a raíz de los altos contagios.
“Consultamos a familias de chicos de gestión estatal (sic) y la gran mayoría” de ellas “notaron que sus hijos tuvieron trastornos en el comportamiento, sufrieron hiperactividad, trastornos del sueño, les costaba más concentrarse. No tengo que explicarle a las familias que nos están mirando lo que sufrieron sus hijos al estar en casa con aislamiento por tanto tiempo”, dijo Acuña.
Su discurso fue una consecución de los grandes objetivos de Juntos por el Cambio, que después se chocan con los hechos de su propia gestión. Por ejemplo, dijo que “las aulas cerradas no garantizan igualdad de oportunidades”, pero no mencionó el selectivo método de inscripción y matrículas en detrimento de la educación pública y a favor de la privada.
También dijo que “hay cerca de 9 mil chicos que no pudieron aprender lo mínimo esperado” y que “la mitad de ellos en el nivel secundario no aprobaron entre 8 y 11 asignaturas”. “Cuatro de cada diez chicos de secundaria hubiera repetido”, afirmó.