Image default
Sociedad

Pascuas en cuarentena: lo político y lo religioso

Estos últimos días varios artículos de diarios noratlánticos publicaron informes “preocupantes” sobre cómo diversos grupos religiosos –cristianos, islámicos y judíos principalmente–  no cumplían con las normas que sus gobiernos exigían de no realizar reuniones públicas en sus templos dada el peligro de contagio. El director del diario francés Libération publica un artículo titulado  Dieu et le virus” (https://www.liberation.fr/politiques/2020/04/03/dieu-et-le-virus_1784091 ) mostrando varios países donde “creyentes convencidos y rigurosos son los aliados más celosos del coronavirus” y responsables de “esta catástrofe”. Afirma que el virus sale de Wuhan en China y llega a Singapur vía evangélicos chinos que contagian a otros evangélicos allí. Los actores políticos y estatales no aparecen en ese artículo.

Y en nuestro país que vive en cuarentena desde mediados de marzo, ¿que acontece con ese amplio y plural mundo religioso? En primer lugar hay que recordar que en Argentina como en la mayoría de los países de América Latina y Caribe el vínculo histórico entre mundo político, mundo religioso y mundo estatal en democracia ha sido de cooperación, negociación, conflicto y subsidiariedad. O sea que las instituciones y personas religiosas y las políticas no se han representado y comprendido (mayoritariamente) independientes unas de otras. Por el contrario el pasaje y tránsito de esas personas de un mundo al otro caracteriza a la modernidad religiosa “realmente existente”. En el siglo XX esos vínculos estaban monopolizados por los catolicismos y hoy en el siglo XXI son compartidos sobre todo con los mundos evangélicos y también judíos e islámicos.

Dicho esto, es relevante analizar como los grupos religiosos son asumidos por la política y el Estado en su roles sociales, culturales, educativos, políticos, simbólicos y como productores de bienes de salvación. Es decir son actores políticos-religiosos significativos. Años atrás fue la mesa del Dialogo Social para buscar consensos y soluciones a la crisis de fin del 2001 que culmino con una ascética puesta en escena en un convento de Buenos Aires donde estaba sentado el Presidente de la república, el representante de Naciones Unidas y nueve obispos católicos en enero de 2002. Ahora , para la lucha contra con la pandemia, son convocados a la Casa Rosada y a Olivos por el Presidente Fernández líderes de instituciones católicas, evangélicas, judías e islámicas a colaborar en la acción social y sanitaria , en especial para llegar a los amplios y extensos grupos vulnerables y empobrecidos de nuestro país. La Conferencia Episcopal Argentina, la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas, la Asociación Cristiana de Iglesias Evangélicas de la Republica Argentina , órdenes religiosas católicas, sacerdotes villeros y en Opcion por los pobres grupos pentecostales no afiliados, templos y centros judíos e islámicos participan activamente de esa convocatoria de múltiples manera . La Secretaria de Culto de la Nación los invita a realizar “un relevamiento de camas que pudiesen ofrecer las diferentes entidades religiosas” y llegan a más de mil las que ya se han obtenido. Son invitados además, junto a movimientos sociales a cooperar en todo el territorio nacional (en especial el GBA) la distribución de alimentos, empadronar a los más pobres que necesitan dinero para subsistir, incrementar comedores populares, distribuir botiquines sanitarios y a acompañar y dar sentido, espiritualidad e interpretación para una vida plena en momentos de grandes incertidumbres y miedos.

Dado que se trata de negociaciones, grupos religiosos han pedido excepciones a la cuarentena – como lo hicieron en tantos otros países del planeta y les fue concedido – para celebrar en comunidad, sus grandes momentos sagrados como son Pesaj y Pascua. Desde el gobierno argentino- en la persona del Secretario de Culto Guillermo Oliveri – se les negó esa posibilidad recordándoles la necesidad de “reducir todas las actividades” y que “no podrán realizarse eventos religiosos que impliquen la concurrencia de personas”. Ahora son esas mismas instituciones y grupos religiosos citados anteriormente, legitimadas también socialmente por sus visitas al Presidente, las que llaman a “apoyar y respetar todas las medidas sanitarias preventivas que está tomando nuestro gobierno” , “cumplir con atención los recaudos de las autoridades en materia salud” , “adherir a la cuarentena preventiva” , a “Tratar a los demás como ustedes quieren ser tratados” , mantener “la oración en el hogar (familia) cristiana” y a “celebrar en nuestras casas”.

El gobierno logra sus objetivos cuando su poder está ampliamente legitimado por la ciudadanía y se vincula con grupos e instituciones -en este caso religiosas- en aras de la defensa del bien común, la solidaridad y la salud de toda la población.

Esto nos muestra cómo la regulación del espacio público en democracia y en sociedades seculares como la Argentina también se puede realizar con los grupos e instituciones religiosas. La secularización que vivimos históricamente en nuestro país adquiere particularidades en el siglo XXI. La preocupación de grupos religiosos por lo social, mas allá de la espiritualidad, es hoy comprendida como inherente a su misión.

En contexto de cuarentena y en otros, vemos entonces que el mundo secular no es incompatible con lo religioso. La cuestión es cómo conviven las negociaciones y tensiones en la ampliación de derechos, la autoridad estatal y las autonomías religiosas. ¿Un mundo postsecular en el horizonte cercano?    

Profesor UBA e Investigador Superior Conicet

Fuente: Página 12

También te puede interesar

Salta implementa la fase del aislamiento social, preventivo y obligatorio

Ignacio Castellanos

Un nuevo muerto elevó a 20 las víctimas fatales y a 820 los infectados con coronavirus en Argentina

Ignacio Castellanos

Turismo entretiene y acompaña durante el aislamiento

Silvina Irrazabal

Fuertes disturbios en Santiago de Chile

Ignacio Castellanos

Recomendaciones para viajar en colectivos de SAETA

redaccion4

Coronavirus reporte del 16 de junio

Ignacio Castellanos