Desde hace más de un mes y medio pide que le entreguen su bicicleta y no tiene respuestas. El inglés denuncia apropellos por parte de una comisaría en Rosario de Lerma.
A Paul Baume lo sorpendió el aislamiento en Salta. Y aquí se topó con discriminación, humillación y atropellos. Denuncia que efectivos de la subcomisaría San Jorge de Rosario de Lerma le quitaron su bicicleta cuando le pidieron que hiciera cuarentena, el 2 de abril, y desde hace más de un mes reclama, cada vez con más indignación, por la devolución. Lo grave, según expuso el mochilero inglés, es que solo le dieron un papel escrito a mano cuando le retuvieron su vehículo. Paul está en Salta desde el 8 de marzo, días antes de que el presidente Alberto Fernández declarara el aislamiento social preventivo y obligatorio por la pandemia del COVID-19.
No es la primera vez que pisa la tierra de Güemes, ya había circulado por aquí a fines de 2018 rumbo a Minas Gerais, Brasil. Su viaje por el continente lleva más de 27 mil kilómetros. Empezó en Colombia, bordeó la cordillera Los Andes hasta llegar a Ushuaia. De ahí pedaleó hasta el país carioca.
Al regresar a Salta tenía planeado tomar el camino hasta Colombia, pero el aislamiento detuvo su marcha. Paul viaja con su bicicleta, una carpa y otras «pertenecías que pesan unos 40 kilos».
«Yo soy un viajero enamorado del mundo», dijo. «Cuando impusieron el aislamiento tuve que hacer lo posible para sobrevivir. Como extranjero, como turista, tenía que evitar contacto con las personas. Cuando algunas personas me cruzaban, llamaban al 911», contó. Se quejó porque tampoco encontró un lugar para turistas. «Para evitar contactos. me alejé de la ciudad», narró. Montó un campamento en un terreno sin ningún tipo de infraestructura a unos 5 kilómetros, afuera de la ciudad de Rosario de Lerma. «Encontré un lugar donde pude acampar, no sabía a quien pertenecía, pero me quedé para no causar molestias», enfatizó.
«Hacía lo posible para quedarme en aquel campo y salí solo a buscar comida. Conocía una panadería a 15 kilómetros de mi campamento, no quería ir a otros pueblos, en San Luis. Pasé por muchos puestos de control, daba entrevistas a patrullas de policías. Pasé por ahí durante dos semanas», contó.
Pero el 2 de abril lo retuvo una patrulla. Le pidieron algún documento que certificara que había realizado la cuarentena. «Me dijeron vete, de muy mal modo», se quejó.
«Cuando estuve cerca de llegar a mi campamento, me vuelve a detener una patrulla de la subcomisaría San Jorge. Y me preguntaban qué hacía, me llevaron a mi campamento y me quitaron la bicicleta. Estaba como testigo el enfermero Alberto Morales. Me dijeron que me devolverían mi bicicleta cuando termine de hacer la cuarentena», cronicó.
Después de 17 días, fue a buscar la bicicleta y se la negaron. En una comisaría provincial le «informaron» que el trámite dependía de un juez federal. Paul asegura que fue al Juzgado y allí le respondieron que no estaban al tanto de la retención del rodado.
Otro atropello que sufrió fue cuando los policías le pidieron que fuera a tramitar un certificado de salubridad y lo detuvieron en el camino. Vecinos de la zona cuentan que un día encontraron al hombre con la carpa mojada por una lluvia. Desde entonces una familia le dio lugar en una vivienda.
En un control de San Agustín
El fiscal no ordenó el secuestro. El derecho a la propiedad no existe.
Un joven güemense residente en San Agustín denunció hace unos días a un grupo de policías de un control zonal por una paliza que le habrían propinado en el interior de un móvil, y contó que luego fue conducido a una subcomisaría.
Mientras eso sucedía, su motocicleta Yamaha ZF era retirada del control y llevada con rumbo desconocido, según el denunciante.
“Me dieron una paliza, me quitaron las llaves, me llevaron a una pieza al fondo de una comisaría y me dijo el oficial con una pistola al cuello que si hacía algún quilombo podía morir de coronavirus”, relató.
Nicolás Carabajal desgranó la historia recordando que el hecho se produjo el martes 12 de mayo, después de las 11, cuando se dirigió al súper Florencia a comprar alimentos.
Al volver se encontró con el control policial. “Me hicieron parar, yo saqué toda la documentación de mi moto, la cédula verde, el seguro y en eso el policía me dice si no la quería vender. Le dije que no. Entonces me pidió otro y otro papel hasta que llegó el turno del papel de circulación, no lo tenía”, contó. “En ese interin se subieron a mi moto y la llevaron a la comisaría. Quedé detenido. Luego hacen la consulta con el fiscal y el mismo dice que no está interesado en la moto. Me liberan, en diez minutos vuelvo y me informan que la moto desapareció. Tengo fotos de policías montados en mi moto sobre avenida Tavella. Eso es un robo”, dijo entonces.
Hasta la fecha no se sabe si le fue restituido el bien.