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Policiales

Juicio al sacerdote Agustín Rosa Torino

 El testigo local narró los abusos a los que lo sometió el cura.

Comenzó ayer en Salta el juicio contra el sacerdote Rubén Agustín Rosa Torino acusado de los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante por la duración, agravado por ser ministro de culto reconocido, en perjuicio de Yair Gyurkovits J. A.; y de abuso sexual simple agravado por ser el autor ministro de culto reconocido, en perjuicio de la ex monja Valeria Zarza.

Aunque se esperaba la declaración de las tres víctimas, solo lo hizo Gyurkovits, que se encontraba en el recinto en donde se desarrolla el juicio; los otros dos, que viven en Buenos Aires, lo iban a hacer de manera virtual pero finalmente, tras un confuso momento sobre la posibilidad técnica de utilizar esa modalidad, se decidió que lo hagan en las próximas audiencias en la sede judicial más cercana.

Igualmente, la fiscala Verónica Simesen de Bielke señaló que está en contacto con ambos para definir la forma en la que declararán, y que inclusive no descartan viajar a Salta luego de lo que pasó ayer, a pesar de algunas reservas de las víctimas por tener que enfrentar nuevamente a Rosa Torino y su círculo cercano.

Estos imprevistos generaron, por ejemplo, que la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos reclame a través de sus redes sociales, lo que entendió un destrato a las víctimas ya que «habían acordado la declaración virtual, a través de aplicaciones específicas y bajo instrucciones previamente consensuadas».

Se lo consideraba un santo

El cura Rosa Torino es el fundador del Instituto Religioso Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, que tras el escándalo y las denuncias fue disuelto por el Vaticano en su línea masculina, aunque la orden femenina sigue funcionando.

«Por todo lo vivido y el daño recibido mi interés es que (Rosa Torino) tenga cárcel común y efectiva y que no vuelva a transitar las calles ni a dañar a nuevas personas», sostuvo Yair Gyurkovits ante la consulta de los jueces respecto a su interés en la causa.

Gyurkovits es de Cafayate, ingresó a la congregación en 2010 porque un sacerdote de nombre Javier López convenció a sus progenitores de que iba a recibir «una buena educación y una sana juventud».

Rosa Torino tenía la tutoría de Gyurkovits, que en ese momento era un niño, otorgada por su padre y madre a favor del cura. En 2012 lo enviaron a Puerto Santa Cruz a una casa donde residía el cura Nicolás Parma, de «nombre religioso cura Felipe«, e indicó que este sacerdote abusó de forma reiterada de él. Relató que en 2014 decidió salir de la comunidad y que entonces Rosa Torino llamó a casa de sus padres en Cafayate diciéndole que tenía fotos suyas y que quería hablar con él.

«El 5 de enero de 2014 vuelvo a la ciudad de Salta donde tengo una charla con él (Rosa Torino). Era la primera vez que tengo una reunión cara a cara. Lo primero que me pregunta es si confío en él como un padre, yo no lo conocía, pero le digo que sí (…) al ser un superior de la comunidad, un sacerdote y por lo que conocía de él, en la comunidad se decía que era un santo, un gran guía espiritual. Le cuento toda mi vida incluidos los abusos sexuales sufridos de parte de Nicolás Parma«, contó Gyurkovits.

«(Rosa Torino) me dice que perdone a mi abusador, que era una debilidad del hermano», relató la víctima. Aunque quería dejar la congregación, Rosa Torino logró convencerlo de que se quedara. Gyurkovits relató que comenzó el noviciado, una etapa «de clausura donde se vive en oración y trabajo y se hace un seguimiento vocacional».

El primer abuso sexual que cometió Rosa Torino contra él, según indicó, fue durante una visita que hizo a la casa donde estaba viviendo, «a hacer el seguimiento vocacional». «Sin embargo, cuando entró a la habitación a hacer la charla espiritual una de las primeras cosas que me pregunta es si me masturbo (…). Y luego me dice que me va a revisar, lo que cual me da mucha vergüenza, sin embargo, al ser él el superior, el fundador de la comunidad, accedo». «Yo tenía mucha confianza en él, lo veía como un padre», añadió.

Gyurkovits señaló que los abusos fueron cometidos en las casas de la congregación de Palermo Oeste, en Cachi, y en Finca La Cruz, en la capital salteña, durante 2014. Además, aportó el dato de que la mayoría de los actos de abuso que cometía el cura eran en la sede de la orden ubicada en Santa Fe 1247, de la ciudad de Salta

Dijo que a veces el cura solo lo hacía bajarse los pantalones y le miraba los testículos y en otras además lo tocaba. Contó que Rosa Torino le decía que tenía varicocele y que tenía que revisarlo, porque él sabía mucho de medicina.

Además el joven recordó que una vez pidió ir al médico preocupado porque le creía al sacerdote acerca de que estaba enfermo, y éste no lo envió a un profesional, pero envió a otro cura a revisarlo, quien lo miró, hizo que la «monja María Luz« le colocara una crema y que el cura Sergio Salas le pusiera un talco.

La víctima relató que finalmente, ante estados de «depresión muy profunda», dejó la comunidad en 2015, y luego denunció a los curas Rosa Torino y Parma tanto en la justicia ordinaria como en la canónica.

En 2016, se contactó con la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico, en la que la psicóloga Liliana Rodríguez le ayudó a entender lo que había vivido en el instituto de Rosa Torino.

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