En el juicio que se siguió en mayo de 2021 contra el marido de la víctima, Nicolás Cajal Gauffín, y Sergio Vargas, la bioquímica Alejandra Guinudinik precisó que se encontró ADN de dos hombres emparentados entre sí.
El cotejo de las muestras de ADN de los detenidos con los dos perfiles genéticos masculinos que se tomaron en la escena del crimen el 27 de enero de 2017 será determinante para probar si los nuevos imputados provisionales que tiene la causa estuvieron, o no, implicados en el asesinato de Jimena Salas.
En el juicio que se siguió en mayo de 2021 contra el marido de la víctima, Nicolás Cajal Gauffín, y Sergio Vargas, la bioquímica Alejandra Guinudinik precisó que en la casa del barrio San Nicolás, de la localidad de Vaqueros, se encontró ADN de dos hombres emparentados entre sí.
A ese juicio Cajal Gauffín llegó acusado como presunto encubridor y Vargas, como partícipe necesario. Ambos terminaron absueltos por el beneficio de la duda. Sobre los hermanos que fueron detenidos el martes último pesa la sospecha de que pudieron haber sido los autores materiales del horrendo crimen.
Guinudinik, la bioquímica del Servicio Biomolecular del Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF) que analizó muestras de la escena del crimen y del cuerpo de la víctima, detalló que los ADN referenciados como «Hombre 1» y «Hombre 2» tienen un ancestro en común también masculino. En este punto, remarcó que se descartó un vínculo padre e hijo, como también el de abuelo y nieto, pero no los de tío-sobrino, medio hermanos o primos hermanos.
La especialista especificó en su momento que las muestras del «Hombre 1» fueron sobre todo de manchas de sangre que se encontraron en distintos espacios de la casa. Sobre el perfil del «Hombre 2», en tanto, puntualizó que se encontró tanto en células epiteliales de las uñas de la mano derecha de la víctima como en la carcasa de goma del celular de Salas. En el vidrio partido del teléfono también se encontraron rastros de ambos hombres y de la mujer asesinada. Los perfiles genéticos también fueron hallados en el armario y en un estante de la habitación principal.
Se supo que en todos estos años hubo una infructuosa búsqueda de coincidencias con perfiles contenidos en datos genéticos. Las muestras del «Hombre 1» y «Hombre 2» se cotejaron con al menos un centenar de muestras indubitadas y todas dieron resultados negativos. Además, hizo un cotejo con 2.500 muestras de los registros de la base de datos genéticos de Salta, que funciona desde 2018, y no se obtuvieron coincidencias. Tampoco hubo coincidencias en la base de datos que tiene Córdoba. También se mandaron muestras a otras cinco provincias que cuentan con bancos genéticos, pero el cotejo no fue posible por la falta de tecnologías.
Por otra parte, videos con imágenes en 3D expuestos por el licenciado en criminalística Maximiliano Bermúdez mostraron en detalle los indicios encontrados en distintos ambientes de la vivienda en Vaqueros. En la grabación no se apreció un mayor desorden en la casa, salvo una silla caída en el comedor, cerca del cuerpo de Salas, quien fue atacada a plena luz del día, mientras se encontraba con sus dos pequeñas hijas.
El auto negro, el caniche y un vendedor callejero
En el juicio, vecinas de la casa donde Jimena Salas residía con Cajal Gauffín y las nenas dijeron haber visto un automóvil negro que llegó al mediodía y fue estacionado cerca de esa casa.
Ana Ríos relató que a las 12.20, cuando regresaba a su casa, vio un auto negro que estacionó a dos casas de la de Salas. Del vehículo bajó un hombre alto, con camisa a cuadros, que tenía un perro caniche toy de pelaje oscuro.
La madre de esa testigo, María Guzmán, relató que cuando pasó con su hijo por la casa de Salas, vio un auto negro estacionado cerca, con vidrios polarizados, y que vio una sombra a la que relacionó con la figura de una persona en el asiento del volante. Otra vecina, Fanny Cruz, también dijo haber visto un auto negro estacionado alrededor de las 13.
Además, las tres vieron a Vargas (absuelto en juicio) en el barrio el día del crimen. Ríos dijo que lo vio vendiendo en el barrio y recordó que llegó por su casa ofreciendo sandalias, y que lo atendió su madre, María Guzmán. A su vez, esta testigo lo identificó como un vendedor que le ofreció sandalias artesanales ese día.