Marcela Basteri desapareció en 1986, en España. Pero en 2018 dos primas suyas creyeron encontrarla en Argentina, en una anciana que vivía en situación de calle y que luego fue internada en un hospital neuropsiquiátrico. Las características físicas que las asemejan. Y el vínculo directo con esta ciudad.
Principios de 2018. Buenos Aires, Argentina. Una mujer de unos 70 años deambula por las veredas del barrio de San Telmo. Se la observa “bastante pulcra y coqueta: todas las mañanas se levanta, se peina y se arregla”. Niega decirle su nombre a quien pretenda oírlo: evita cruzar palabras con los transeúntes que rondan por el lugar. “No pide dinero ni acepta limosnas”. Pese a cierto carácter huraño, “es amable con las mujeres pero se la ha visto discutiendo con hombres que pasan cerca suyo”.
Suele desayunar en un bar determinado de la Avenida Independencia. Y cuando va, rechaza con cortesía la invitación del mozo: siempre paga el café y las dos medialunas que consume, exigiendo que le entreguen a cambio el tiquet correspondiente. En las pocas palabras que pronuncia se avizora un acento italiano que parece estar cruzado por los vestigios de otros idiomas.
Pero esa mujer, que la mirada distraída de los transeúntes parece no registrar -como una de aquellos nadies de los que hablaba el uruguayo Eduardo Galeano-, no sería una más. Los ojos claros hundidos en los rasgos angulosos de un rostro cuadrado, los labios definidos en dos trazos angostos, las cejas casi imperceptibles, la mirada de quien observó más de lo que hubiera deseado. Esa señora desconocida que se encuentra en situación de calle es -para muchos- Marcela Basteri, la madre de Luis Miguel.
Así lo especulaba un informe que una periodista mexicana elaboró a principios de 2018 para un canal de YouTube (Made in Buenos Aires), siguiendo los pasos difusos de Basteri, quien desapareció a mediados de agosto de 1986. Y cuyo destino aún hoy desconcierta a su familia, a los miles de fanáticos del Rey Sol y a quienes vieron su exitosa serie en Netflix, una biopic que no hizo más que profundizar el interrogante: ¿qué fue de la mamá de Luis Miguel?.
Aquella mujer en situación de calle surgía como la pista más firme: el parecido era notable, al igual que determinadas circunstancias. Por lo pronto, no sonaba descabellado que estuviera en la Argentina: aunque nació en la Toscana, Italia, Marcela Besteri creció a la vera del Río de la Plata.
Hija de Sergio Basteri, un soldado con gran talento para el canto, y Vanda Tarroso, ama de casa, Marcela fue dejada en un orfanato siendo apenas una niña. Su padre había decidido venir a Buenos Aires para escapar de la miseria; su esposa no quiso acompañarlo. Años después, cuando la nena ya tenía 10, Basteri regresó a Italia pero solo para buscar a su hija: de la mano juntos cruzaron el Atlántico para instalarse en la más europea de las ciudades de América Latina.
Concluida su adolescencia, Marcela conoció a un cantante español en un verano en Mar del Plata. Se enamoró perdidamente de Luis Gallego Sánchez, un joven histriónico, decidido y embaucador (no solo en sus encantos) que se presentaba como Luisito Rey. En pleno idilio, queriendo forjar un futuro juntos, se mudaron a Puerto Rico: allí nació el primer hijo, Luis Miguel. Ya en México tendrían dos varones más.
Luis Miguel junto a sus padres, Marcela Basteri y Luisito Rey
Lo que sigue es más conocido. Y lo redescubrió Luis Miguel, la serie, estrenada en aquel 2018: los pasos iniciales de esa promesa precoz de la canción, las presiones de un padre poco afectivo y un empresario inescrupuloso, los temores de su madre al sentir que su hijo mayor era explotado, la desaparición de la mujer, sin dejar rastro alguno.
Poco antes, una última incursión pública. Ocurrió en Buenos Aires, más precisamente en el Luna Park, cuando un Luis Miguel ya consagrado invitó a su madre al escenario para cantar su tema: “Marcela”. Y entonces, esa noche, los ojos claros hundidos en los rasgos angulosos de un rostro cuadrado se cargaron de lágrimas, los labios definidos en dos trazos angostos se dibujaron hacia arriba, las cejas casi imperceptible se arquearon, esa mirada que ya había observado demasiado, se colmó de orgullo por su primogénito… “Nada en este mundo vale nada si no estás, Marcela”, le cantó Luismi a su mamá.
El gran público ya nunca más volvería a ver a Marcela.
La última foto de Marcela Basteri en un aeropuerto italiano. Del libro «Luis Miguel. La historia» (Editorial Aguilar)
Pasaron tres décadas. Y la periodista mexicana que vino a hallar a una mujer adulta en situación de calle en la lejana Ciudad de Buenos Aires. Y si bien no conversó con ella, supuso que era Basteri. ”Yo no soy quien buscan”, fueron las primeras palabras que esbozó la señora, pero esta vez ante la consulta de Luis Ventura, quien fue a su encuentro con una cámara apenas supo de su existencia. El periodista también le preguntó si conocía a Luis Miguel: “¿El torero?”, dijo la mujer, quizás confundida.
Cuando se topó con la nota de Ventura en Internet, un hombre español aseguró que, en realidad, se trataba de su hermana. Y le puso nombre y apellido a quien nunca lo había brindado: la identificó como Honorina Montes.
Internada pocas semanas después en el Hospital Moyano -donde se encuentra hasta el día de hoy-, la Justicia dictó de inmediato una medida cautelar para que no se difundiera información sobre ella. Nada podría publicarse sobre su figura. Y al igual que Marcela, Honorina se perdió en la incertidumbre, pocas semanas después de sus primeras imágenes.
Luego surgieron Ivana y Flavia Basteri -primas de la madre de Luis Miguel-, quienes presentaron una denuncia judicial, intentando que se realizara una prueba de ADN para comprobar si en verdad no se trata de Marcela, a quien la familia Basteri busca con desesperación desde hace 37 años.
En estas horas se supo que, atendiendo a la solicitud del abogado Martín Francolino, la Justicia finalmente autorizó el examen -”con carácter urgente”-, que ayudaría a determinar la identidad de la mujer. “La Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional ordena que se proceda a la extracción de ADN y/o material genético de la señora ‘H’, Ivana Analía Basteri y Flavia Carla Basteri -expresa el documento judicial-. A los efectos de que se proceda a obtener un perfil genético de cada una de las nombradas para su posterior cotejo. Ello para establecer si estas últimas responden al mismo perfil genético de la primera mencionada”. Es decir, buscará comprobarse si Honorina Montes no es en realidad la prima de Ivana y Flavia, o dicho con claridad: Marcela Basteri.
Ambas hablan de rasgos físicos notables entre la Marcela que fue vista por última vez en 1986 con la mujer de San Telmo, cuyas últimas imágenes son de 2018, en aquella nota de ventura. Ivana y Flavia señalan un lunar en el cuello, claramente visible en las imágenes. El anular de la mano izquierda torcido por el uso recurrente de un dedal, al coser. Y varias semejanzas más.
Llegó el turno de que se expida la Justicia, de que alcance una certezas. Aunque puede que el corazón de Luis Miguel ya tenga su verdad. Es el mismo corazón que el cantante colocó en manos de su madre, en el escenario del Luna Park. En aquella noche ya lejana, cuando Marcela observó cantar a su hijo con la mirada del amor, la que solo una madre tiene. Y también, con una mirada similar a la que porta Honorina. Si es que no se trata de la misma mujer.
Luis Miguel y su madre, Marcela Basteri