El objetivo que se propusieron en el Frente de Todos es ir a buscar a aquellos que, enojados por la pandemia y la crisis económica, no fueron a las urnas.
Territorio, gestión y shock de consumo: estos son los ejes sobre los cuales el Frente de Todos pretende fortalecerse en el nuevo tramo de la contienda electoral. Buscando dejar atrás la última semana de crisis interna, el gobierno nacional comenzó a delinear la próxima etapa de la campaña con el objetivo de recuperar los votos perdidos en las PASO. El diagnóstico oficial de la derrota supone que la merma con respecto al 2019 tiene su origen en la disminución de la participación electoral, por lo que el objetivo será ir buscar a aquellos que, enojados por la pandemia y la crisis económica, no fueron a votar. El ojo estará puesto en el conurbano y las provincias del Norte. Para esto serán centrales las medidas de alivio económico que el gobierno irá anunciando cada semana, así como las visitas periódicas y de «escucha» del presidente Alberto Fernández en el territorio, como la que realizó ayer en una feria de Avellaneda.
«Escuchamos el mensaje, ahora hay que ponerse a laburar», repiten, como un mantra, intendentes, gobernadores y ministros. Si bien las tensiones continúan latentes, las tribus de la coalición parecen haber llegado a una tregua e insisten en pasar de página: «Ahora es tiempo de gobernar», se escucha decir en Casa Rosada. En esta línea, la estética vertiginosa de las reuniones de madrugada del nuevo jefe de Gabinete, Juan Manzur, se inscribe en la necesidad de reinyectarle vitalidad a un equipo de gobierno que había quedado desgastado luego de la gestión de la pandemia. Manzur recibe a funcionarios de todo el país desde las 7 de la mañana hasta bien entrada la noche, apostando a exhibir así una nueva dinámica hiperactiva de gobierno que tiene la mirada puesta en dar vuelta el resultado electoral del 12 de septiembre. Si bien aún no se oficializaron los títulos, el tucumano tendrá a su cargo gran parte de la organización de la campaña.
Para el FdT el balance de la derrota está resuelto: los más de 4 millones de votos que se perdieron del 2019 a la PASO del 2021 provienen, suponen ellos, de personas que no se sintieron lo suficientemente motivadas para salir a votar en la primaria de hace un par de semanas. El objetivo será ir a buscar esos votantes, haciendo especial foco en dos zonas: el conurbano bonaerense y el Norte argentino. En el caso de provincias como Formosa y Tucumán, en donde el FdT ganó las elecciones, el gobierno analiza que puede ampliar aún más la diferencia de votos. La campaña allí será más descentralizada y el protagonismo lo tendrán los gobernadores. En el caso de la Provincia de Buenos Aires, la clave estará en los más de 8 millones de electores que se reparten entre la Primera y Tercera sección electoral. En la Primera, el oficialismo perdió y busca dar vuelta el resultado; en la Tercera ganó pero perdió votos históricos, por lo que se busca incrementar la diferencia. Para esto el gobierno está abocada a una agenda de trabajo que intercale una batería de anuncios económicos de alto impacto, a la vez de un refuerzo de la presencia territorial de todos los funcionarios.
Medidas económicas
Desde el lunes que el gobierno nacional comenzó con un raid de anuncios económicos: el aumento del salario mínimo vital y móvil, la suba del mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias, el lanzamiento del PreViaje para jubilados, la presentación del programa «Mi Pieza». Sergio Massa presentó además un proyecto que propone una amnistía fiscal para clubes de barrios y pequeños contribuyentes. El objetivo de estas medidas – algunas orientadas a los sectores populares y otras a las clases medias o a sectores que se vieron fuertemente afectados por la pandemia, como el turismo – es poner más plata en el bolsillo de la gente y mostrar músculo de gestión. «Los dos problemas principales de las familias son el precio de los alimentos y el endeudamiento. Las personas nos dicen que no les alcanza y ahora están a la espera de ver qué va a hacer el gobierno para resolverlo», analiza un candidato a diputado nacional bonaerense. El gobierno está trabajando en otras medidas y se espera que en las próximas semanas haya nuevos anuncios, como la reconversión de planes sociales en trabajo y un proyecto de jubilación anticipada dirigido a personas que se encuentran desempleadas.
«La primera etapa se pensó más en términos de balance de la gestión sanitaria. Y no alcanzó con eso, el deterioro socioeconómico fue alto y lo que nosotros debemos hacer ahora es repensar cómo hacemos para honrar las expectativas que generamos cuando asumimos en el 2019″, destaca un intendente del conurbano oeste. Si bien aún no se han definido los ejes discursivos para este segundo tramo de la campaña, en el gobierno hay consenso respecto a la necesidad de generar un cambio de expectativas. «La gente está dolida y cagada a palos y hay brindar un mensaje de esperanza que no sean solo espejitos de colores», analiza un ministro cercano al presidente.
Mística, cercanía y territorialidad
La estrategia de poner plata en la calle y reactivar el consumo son puntos claves, sin embargo muchos intendentes y referentes nacionales consideran que no será suficiente para dar vuelta el resultado en noviembre. «Tiene que haber una buena campaña, emotiva. Las medidas económicas son importantes pero los efectos no se van a ver en 50 días. Los compañeros nos criticaron que en la campaña no le pusimos mística, nos faltó militancia», reprochó un intendente de la Primera sección. «Nos faltó convocar a nuestros votantes naturales. No se recurrió a la movilización como una herramienta de generación de clima de campaña y de épica», coincidió uno de los ministros recién llegados a la gestión. El balance de la derrota dejó una conclusión: había faltado territorio. La primera respuesta a esto fueron los cambios en el gabinete nacional (con Manzur) y bonaerense (con Martín Insaurralde y Leo Nardini). La segunda, que comenzará a vislumbrarse claramente en los próximos días, consiste en la forma que empieza a adoptar la nueva etapa de la campaña electoral.
Si bien aún no están definidos los detalles, el oficialismo tiene planeado impulsar una estrategia más austera y de bajo perfil, con un Alberto Fernández recorriendo el territorio y mostrándose más cerca de los vecinos y vecinas. Un ejemplo fue la visita que hizo ayer por Dock Sud, al sur de Avellaneda, o el viernes por Ituzaingó. Continuarán habiendo actos institucionales, pero la apuesta de esta nueva etapa es más a una «gestualidad de la escucha» que «de los grandes discursos». «Nosotros gritamos en la campaña. La gente estaba cagada a palos y nosotros gritábamos», opina, a modo de autocrítica, un ministro del riñón del presidente. También se continuará apostando a la polarización, pero «de modo inteligente», es decir bajando un poco el tono y haciendo más hincapié en las políticas de cuidado llevadas a cabo por el gobierno (gratuidad remedios, congelamiento tarifas) que a la herencia macrista. «Predomina la sensación de que el gobierno no estuvo cerca. Ahora hay que ponerse a escuchar más», sintetiza un funcionario.