Ronda de testimonios en el segundo día del Juicio por el crimen de Jimena Salas.
Con la declaración de ocho testigos continuó hoy el juicio seguido por el homicidio de Jimena Salas. En la causa se encuentran imputados Sergio Horacio Vargas, como partícipe secundario de homicidio triplemente calificado por ser cometido con alevosía y ensañamiento y por precio o promesa remuneratoria; y Nicolás Federico Cajal Gauffín, acusado por encubrimiento agravado.
Durante la segunda jornada comparecieron seis vecinos de barrio San Nicolás, de la localidad de Vaqueros. Todos ellos habían brindado ya declaración testimonial durante la etapa investigativa. Esta vez repasaron lo ocurrido aquel 27 de enero de 2017, día del hecho, frente al tribunal.
Uno de los testigos refirió que esa mañana salió de su casa para ir a trabajar alrededor de las 11. Al pasar por la casa de Jimena Salas la vio afuera, despidiéndose de una chica que salía en moto (la niñera). La saludó, ella le respondió. El testigo recordó que regresó a su casa cerca de las 13.30 (en su moto) y vio a Cajal Gauffín dentro de su auto, estacionado cerca de su domicilio. También intercambió saludo con él. Dijo que luego entró a su vivienda, dejó la moto y fue a lavarse las manos para almorzar. En ese momento escuchó gritos de un hombre. Precisó que esto sucedió alrededor de un minuto y medio después de ver a Cajal dentro de su auto. El testigo manifestó que pensó en salir a ver qué pasaba pero su mujer le sugirió que no lo hiciera.
A continuación declaró la esposa del primer testigo. Dijo que conocía a Cajal y a Salas de vista, del barrio. A Sergio Vargas dijo no haberlo visto nunca por la zona.
La mujer precisó que esa mañana escuchó un primer grito, de voz masculina, cuando su pareja estaba lavándose las manos. Señaló que le pidió a su esposo que no saliera porque pensó que el grito era de alguien enojado, quizás un borracho o alguien que estaba causando disturbios. Cuando se sentaron a almorzar escucharon otro grito, similar al primero. La mujer explicó que su casa da a la parte posterior de la vivienda de Cajal.
La testigo refirió además que alrededor de las 12 o 12.10, mientras ella estaba en la pileta llenando botellas con agua, vio que un auto color champagne maniobraba e ingresaba marcha atrás en su garage (el portón estaba abierto). Le llamó la atención y asoció el vehículo con el que tenía su vecino Cajal, que era de un color similar. Dijo que alcanzó a ver que el conductor tenía un reloj redondo y dorado en la mano izquierda. Y que vestía una camisa de color lila, con rayitas, arremangada. Indicó que no alcanzó a verle el rostro porque el vidrio era polarizado y el sol le daba de frente.
Otra testigo –familiar de los dos primeros- dijo haber visto un auto negro ese mediodía, estacionado cerca de la casa de la víctima.
La cuarta testigo es otra vecina de barrio San Nicolás. Reconoce a Cajal Gauffin como su vecino y a Vargas como quien le ofreció productos.
Refiere además que vio a Vargas vistiendo un chaleco azul y gorra y luego del paso por su casa, lo vio en la puerta de Salas. No recuerda haberlo visto antes en la zona.
Posteriormente declaró otra vecina de la zona, quien aseguró haber sido visitada por el imputado Vargas la mañana del 17 de enero de 2017. Manifestó que alrededor de las 12.10, el acusado golpeó las manos frente a su portón y le ofreció calzado para la venta. La mujer dijo no recordar si eran sandalias o alpargatas. Vargas llevaba un bolso colgando, con la correa atravesada en la espalda. La testigo afirmó que el imputado le dio un apellido y le consultó si conocía a esa persona, porque le había encargado unos calzados. Ella le respondió que no sabía porque era nueva en el barrio y le repitió que no le interesaba comprar.
Continuó relatando que como a las 12.30 golpearon nuevamente las manos frente a su casa y era su vecina Jimena Salas. Cargaba a un perrito caniche en uno de sus brazos y con la otra mano sostenía a una de sus hijas.
La testigo manifestó que ella salió a atenderla y Jimena, desde la vereda, le consultó si el perrito no le pertenecía. Le dijo que un chico andaba averiguando quién era el dueño. Ella le respondió que la mascota no era suya. Entonces Jimena le comentó que iba a publicar la foto del animalito en la red virtual de los vecinos.
La testigo aseguró que no alcanzó a ver al hombre que le había llevado el perro a su vecina. Tampoco vio ningún vehículo estacionado en las cercanías. Precisó que entre la visita de Vargas y la de Jimena pasaron cerca de veinte minutos.
La mujer añadió que luego, mientras colgaba la ropa, escuchó que un hombre gritaba “¡No!”. Salió a la puerta y vio a su vecino Cajal, en el jardín delantero de su casa. Dijo que se agarraba la cabeza y gritaba. También hablaba por teléfono. A los pocos minutos llegó una ambulancia y la policía.