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Policiales

«No es el único culpable de la muerte de mi hermana»

Claudia Flores, hermana de la víctima, dijo que además del policía acusado, hay más responsables. Desde el Ministerio Público imputaron al policía que debía velar por la seguridad de Liliana Flores.

Desde un primer momento, incluso antes, el femicidio de Liliana del Valle Flores (25), ocurrido la madrugada del 24 de diciembre en el barrio Los Pinares de Cerrillos, dejó en evidencia las fallas del sistema de seguridad y expuso una cadena de responsabilidades. Ayer, desde el Ministerio Público Fiscal, dieron a conocer la detención e imputación de Elvio Rolando Aguirre, el policía que cumplía la consigna fija en la casa de la víctima. Sin embargo, la familia de la joven madre sostuvo que «no es el único culpable del femicidio, ahora quieren salir a justificar y culpar a uno solo cuando en realidad esa noche intervinieron varias personas desde la fiscal hasta los policías de la comisaría de Pinares», dijo Claudia, una de las hermanas de la víctima.

El policía que debía velar por la seguridad de Liliana Flores y sus tres hijos esa noche fue acusado por el delito de «incumplimiento de los deberes de funcionario público» más una ampliación por «abandono de persona seguido de muerte». «Sinceramente, no estamos de acuerdo con que ahora justifiquen el mal desempeño de ese policía enviado a la casa de mi hermana. Mientras a ella la mataban, él estaba con el teléfono y no se enteró de lo que pasaba adentro de la casa, donde los chicos gritaban y veían cómo su papá -el policía Exequiel Almirón, quien luego se suicidó- mataba a su mamá», sostuvo Claudia.

En esa cadena de responsabilidades, una de las hermanas mayores de los Flores apuntó: «Hubo falta de acción en distintas personas, la fiscal debería haber corroborado el ingreso a la casa de mi hermana, tiene dos entradas: por adelante y por atrás, encima sin vecinos lindantes y ordenó mandar una sola consigna policial. Agravado por el hecho de que él -por Hedgar Exequiel Almirón- estaba prófugo y con el arma reglamentaria. ¿Por qué la dejaron sola? ¿Por qué dejaron que volviera a su casa y no la llevaron a alguna casa de refugio o a la casa de nuestra madre?». Interrogantes que seguirán retumbando en la conciencia de quienes amaban a Liliana, preguntas que no hacen más que volver a exteriorizar la indignación e impotencia.

Otro brutal asesinato en contra de una mujer que se podría haber evitado como en el caso de Rosa del Milagro Sulca, la maestra asesinada el 28 de abril en Villa Mitre después de haber llamado al 911 para clamar por su vida. Dos femicidios que revelan la carencia del sistema de seguridad en su máxima expresión.

Esa noche

Cerca de las 1.30 Liliana intercambió algunos mensajes de texto con una de sus hermanas donde de alguna manera anticipó el calvario que horas más tarde terminaría sufriendo. Esa noche «él rondaba en su moto hasta que cerca de las 3 llegó a la casa en Cerrillos, ingresó y comenzó la violencia», contó Claudia sobre la noche del 24 de diciembre. Uno de los vecinos logró frenar la ira del policía Almirón y luego refugio a Liliana y sus hijos en su casa. Fueron hasta la comisaría desde donde por algún motivo decidieron pedirle a la víctima que regresara a su hogar en el barrio Pinares.

«Esa noche mi hermana me llamó a las 6 para pedirme que le enviara un mensaje a sus suegros, los padres de la expareja de Lili, para que ellos la llamaran. Estaba medio dormida pero llegué a preguntarle cómo estaba y me dijo que estaba todo bien, y volvió a decirme que doña Patricia se comunicara con ella», sostuvo Claudia. Sin suerte intentó contactarse con los padres de Exequiel Almirón, «le mandé un mensaje y me volví a dormir. Cerca de las siete me desperté y mi hermana seguía en línea».

Dos horas después, a las 9, «me llamó una amiga que era vecina de mi hermana y me contó lo sucedido. No lo podía creer, le decía que no podía ser porque había hablando con ella y me había dicho que estaba todo bien pero mi amiga me dijo que «Exequiel se volvió loco y le pegó un tiro en la cabeza a Lily’. Agarré plata y salí corriendo a buscar un remise». Durante el recorrido que hizo desde su casa, en el barrio Nueva Esperanza, cerca de Atocha, hasta la zona sur en Cerrillos, «amigas me mandaban mensaje preguntándome por mi hermana, me decían que habían visto en Facebook y no lo podía creer, yo lo único que quería era llegar a la casa de mi hermana y verla bien pero la situación fue otra, en el lugar estaba la policía, mis tres sobrinos, los suegros y gente del barrio».

Claudia sostuvo que «ni la Policía ni el Estado» se acercaron nunca para saber cómo estaba su madre y los ocho hermanos de Liliana Flores. «Desde el primer momento no hicieron nada», manifestó.

La carta del femicida

Claudia contó que esa mañana, “a las 6”, la Policía “llegó hasta la casa de los padres del ex de mi hermana, porque estaba prófugo, ellos le dijeron que no sabían dónde estaba. Antes que los policías se retiraran la mujer encontró una carta en la pieza de su hijo donde les pedía perdón a sus padres y contaba lo que iba a hacer”.    
Teniendo en cuenta la data de muerte, “me dijeron que fue a las 7, pero los vecinos dicen que escucharon los tiros entre las 6.45 y las 6.48”, los policías tenían un margen importante de tiempo para llamar al efectivo que custodiaba la casa de la víctima y hasta de trasladarse al lugar. “Pero no hicieron nada”, apuntó la hermana y agregó “todavía tengo dudas de los mensajes que llegaron del celular de mi hermana, después de las 7, donde ella señala que ‘está todo bien, incluso manda una foto de la policía afuera de su casa’, cuando en realidad a esa hora ya estaba muerta”.

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