En una ajustada definición, el salteño se impuso con KTM, que regresó a la victoria y es la máxima triunfadora en la categoría reina con 19 éxitos; dos años atrás se estrenó en festejos con Honda.
Un nuevo hito para Salta, para el motociclismo argentino y sudamericano. Sin el impacto y la exposición de la conquista de la selección en el Mundial de Qatar 2022, pero arrastrando las dificultades, la aventura y la supervivencia, el argentino Kevin Benavides otra vez lo hizo: como dos años atrás, logró una victoria que quedará en los libros del Rally Dakar, la carrera más exigente y peligrosa del planeta, que en Arabia Saudita volvió a enseñar el espíritu de hazaña y de riesgo que descubrió en sus inicios en el continente africano.
El salteño ganó la decimocuarta y última etapa, un recorrido de 417 kilómetros entre Al Hofuf y Dammam, y doblegó a su compañero de equipo Toby Price, que largó el especial con una ventaja de 12 segundos.
Como en la jornada anterior, el salteño de 33 años se despojó de las estrategias y las especulaciones: aceleró y navegó en las dunas para liderar los dos tramos definitorios y obtener un éxito sin precedentes en la categoría reina. Por primera vez, un piloto de motos levanta el Touareg en dos oportunidades y con dos fábricas diferentes: la austríaca KTM vuelve a lo más alto y suma 19 victorias; en 2021 fue el turno de Honda.
“Elijo creer”, le comentó LA NACION, durante una charla antes de viajar a Arabia Saudita, al trazar comparaciones de cómo logró su primer éxito en el Rally Dakar y cómo llegaba a la nueva cita. “Vamos muchachos, nos volvimos a ilusionar”, escribió en las redes sociales, después de vencer en el anteúltimo especial y quedar a tiro de Price, el australiano que se imponía en el cronómetro. “Vamos a salir a fondo, con el corazón”, lanzaba como advertencia, y en sintonía con lo que sucedió con la selección en Qatar jugaba con las actuaciones del arquero Emiliano Dibu Martínez: “Mirá que te tomo”, señaló, entre risas, cuando lo consultaron qué le diría a Price en el campamento y antes de emprender el viaje definitivo, que los depositaría en el Golfo Pérsico, después de 15 días extenuantes de competencia y en donde aquella partida en el Mar Rojo se convertiría en algo lejano, luego de recorrer 8549 kilómetros, 4706 de especiales.
Montañas, rocas, desierto, dunas… en todos los escenarios Kevin Benavides mantuvo un ritmo que lo expuso como candidato a la victoria, aunque hasta las dos últimas etapas no había sumado triunfos en los especiales. La cara opuesta era su hermano Luciano, piloto de Husqvarna, que festejó en tres ocasiones y se marchó del Rally Dakar con el récord de éxitos de 2023; el sexto lugar en el clasificador general, un premio para el menor de los Benavides, que el año pasado juntos hicieron historia al ser los primeros hermanos en treparse a un podio en el Rally de Andalucía. Para desandar la jornada final, Kevin necesitó de 1h15m17s, y aventajó por 55 segundos a Price; el recorrido total lo completó en 44h27m20s y fueron 43 los segundos que lo separaron del australiano.
“Nos pusimos en el libro, pero quiero ser protagonista de una página más. No sé si será ahora o más tarde”, se impuso como reto, cuando antes de la Nochevieja el Rally Dakar inició su travesía. Eran los días en que el cuerpo se enseñaba descansado y la mente despejada, pero preparados para afrontar la dureza de una aventura que se siente en el físico y en el alma. Desde el vamos las etapas fueron agotadoras, extremas. La palabra de los protagonistas lo resaltaron: “El Dakar más duro”, repetían pilotos de motos, autos, quads… Mantener la concentración en situaciones extremas es un desafío, como también recuperarse después de observar que un compañero de aventura y de estructura sufre una caída y tiene que ser rescatado. Kevin Benavides sorteó con altura el momento en la Etapa 13, cuando detuvo la marcha para auxiliar a Matthias Walkner –piloto oficial de KTM- y una vez que se relanzó no se dejó arrastrar por el hecho.
Es increíble conseguir la victoria después de este Dakar tan loco y por tan poca diferencia. También soy el primero en ganar con dos marcas de motos distintas y me siento muy orgulloso
Como si resultara un espejo, durante la preparación del Rally Dakar no se ofrecieron victorias para Kevin Benavides, aunque el salteño, que cumplió 33 años el 9 de enero pasado y lo celebró en el vivac, el día de descanso en Riad, no se enroscó con la ausencia de éxitos. “Siempre un triunfo en una carrera de rally te da confianza, seguridad. En resultados no fue lo mejor, pero las sensaciones que me dejó cada carrera siempre fueron mejores que lo que señalaba el clasificador. No tuve victorias, pero el rendimiento fue creciendo y las sensaciones internas dan confianza y eso es lo que me llevo para el Dakar”, exponía, con franqueza, pero a la vez con la seguridad de que los pasos para ser actor principal de la aventura eran los correctos. Y no falló.
De chico el Rally Dakar era algo irreal para Kevin Benavides. La carrera se disputaba en África y acceder a la competencia no entraba en sus planes. Todo cambió en 2009, cuando se realizó por primera vez en Sudamérica, y se hizo carne en 2016, cuando se produjo el debut. “Ese año tuve la propuesta de Honda Argentina, ellos me abrieron la puerta y empecé a probar con el rally, porque yo venía del Enduro. Mi primer Dakar lo hice con muy poca experiencia, pero el cuarto puesto me catapultó al equipo oficial”, apuntaba sobre sus inicios, quien un año después de ganar su primera Dakar –en 2021- se marchó a KTM con el reto de repetir, pero con otra marca.
Un abandono, por problemas mecánicos, fue el estreno. Y aunque las dificultades con la moto se repitieron, Kevin Benavides no se cayó. “Hay que tener la fortaleza mental para levantarse. Se trata de perseguir sueños. Para mí era un sueño de toda la vida ser piloto profesional, pero esto también genera muchos sacrificios. Y no hablo de correr un Dakar, que es durísimo: hablo de cuando sos adolescente y te va a dormir, mientras tus amigos se van a bailar. Muchos aceleran antes de aprender a frenar y ese es un problema”, relata sobre los contratiempos que hay que sortear y las privaciones que se deben aceptar para atrapar los sueños.
Llegará la hora del descanso, de repasar los 15 días en Arabia Saudita, de festejar y volver a abrazarse al Touareg, ese trofeo de casi ocho kilos que volverá a engalanar la vitrina. También el momento de trazar nuevas pautas, porque los desafíos son el combustible de Kevin Benavides, el salteño que está consagrado a reescribir la historia en el Rally Dakar.
Por Alberto Cantore para La Nación