Crimen de Jimena Salas: Javier Saavedra acusó a cuatro investigadores de haberlo llevado al llegar a Salta al interior de una pequeña oficina del CIF para interrogarlo, torturarlo psicológica y físicamente, echarle agua fría durante seis horas.
En la mañana de ayer, en la audiencia de imputación por un supuesto intento de fuga durante el traslado desde Tartagal hasta la Alcaidía de la ciudad de Salta, Javier Saavedra declaró sobre ese suceso y negó que el hecho hubiera existido tal como lo relataran los policías. Saavedra, junto a sus dos hermanos, están acusados del crimen de Jimena Salas, la mujer de Vaqueros que fue asesinada de 57 puñaladas en enero de 2017.
El imputado dijo que cuando lo traían a la ciudad el jueves pasado ni siquiera hizo detener la marcha del vehículo y que él venía con el cinturón de seguridad ajustado, esposado de ambas manos y rodeado por dos policías, imposible cualquier movimiento de fuga, sostuvo.
Ayer, inmediatamente, y delante de todos los fiscales, acusó a cuatro investigadores de haberlo llevado al llegar a Salta al interior de una pequeña oficina del CIF para interrogarlo, torturarlo psicológica y físicamente, echarle agua fría durante seis horas. Luego, el jefe en persona le pidió que se hiciera cargo del crimen, le mostraron fotos de sus familiares, sobre todo de las mujeres y de su hermana fallecida, en todo momento le aseguraron que ya tenían los ADN cotejados, cuando aún no se habían tomado las muestras.
Por este motivo los defensores de Javier Saavedra pidieron todas las imágenes de las cámaras y los horarios de ingreso y egreso del detenido al perímetro de la Ciudad Judicial.
«Se han vulnerado las normas constitucionales de garantías del proceso y se incumplió el mandato de un juez. Ningún policía puede interrogar a los detenidos, menos torturarlo para obtener confesión», dijo el abogado Marcelo Arancibia.